Una belleza audiovisual.
Se estrena este jueves “La La Land” bajo la dirección del talentosísimo Damien Chazelle y las actuaciones de Ryan Gosling y Emma Stone.
Es una historia de amor, de encuentros y desencuentros. Mia es una aspirante a actriz y Sebastián un músico/pianista de jazz, cada uno con sus sueños y las ansias de poder concretarlos. El destino quiso que se encontraran, allí en Los Ángeles.
La emoción musical y visual que transmite “La La Land” es indescriptible con palabras. Son los estados de ánimo de los protagonistas que traspasan la pantalla y llegan directamente al corazón del espectador.
El film tiene una onda retro y siento que es un enorme homenaje a las comedias musicales que marcaron toda una época. Es como asistir a una clase magistral de cine y ver como se utilizaron maravillosamente todos los recursos para narrar un precioso cuento. Una lección de cómo contagiar ese mundo de sensaciones donde la emoción es la gran protagonista.
Es de esas películas que no queres que terminen, que tengan final. Ese final donde se mezclan la realidad con las ilusiones, con lo que pudo haber sido y con lo que realmente fue.
Los colores, el vestuario, las coreografías, los cuadros musicales, la propuesta estética, la cámara que revolotea, las luces, los planos secuencia, el modo de actuar, la nostalgia, los deseos… son un todo.
Enamorarse de la música (como les ocurre a los protagonistas) y permitirse volar con la banda sonora que ofrece esta belleza audiovisual. Sentir que se te entrecorta la respiración.
… y cuando se repite nuevamente esa melodía del piano y entra el coro de ángeles dándole vuelo a todo -lo visto y escuchado-
Para seguir soñando, para seguir cantando…