Conciencia en acto
Amanece. La luz del día se asienta lentamente sobre el cemento de un viejo edificio enorme, repleto de un sinfín de ventanas, e ilumina lo que es de inmediato reconocible como una vivienda popular. La larga noche de Francisco Sanctis (2015), ópera prima de Andrea Testa y Francisco Márquez, que compite en la sección oficial internacional del 18° BAFICI, presentará, mediante un plano general, la caracterización social de su protagonista y proyectará, a su vez, la situación excepcional que deberá atravesar.
Francisco es un hombre común, un hombre, como suele decirse, del montón. Un típico empleado de oficina dedicado con sacrificio a un trabajo mediocre, confiado en un supuesto ascenso que nunca se concreta. La siguiente escena terminará por confirmarlo: en un departamento pequeño Francisco desayunará junto a su familia. La sencillez del ambiente, su reducido tamaño, subrayará la sensación de amontonamiento señalada al comienzo. La puesta anunciará un pasado todavía impreciso.
Sin embargo, en el transcurso de ese día, a partir de otras referencias, siempre mínimas, más bien pequeños detalles, mediante un simple diálogo, será posible identificar con mayor pertinencia el momento histórico de la historia: los oscuros años de la dictadura militar. Oscuridad que el film establecerá como fundamento de su estilo y que le permitirá, oportunamente, desligarse de cualquier representación convencional.Los militares en esta película permanecerán, como una sombra amenazante y peligrosa, fuera de campo. El film de Andrea Testa y Francisco Márquez trabajará con la alusión, con la inferencia, con el retaceo de información. La violencia conservará durante el conjunto del relato su condición de inminencia.
El centro de la escena lo ocupará Francisco,quien se encontrará envuelto en una situación absolutamente inesperada. En el trabajo recibirá un llamado de una antigua compañera de la facultad que quiere verlo con urgencia. Supuestamente busca su autorización para publicar un poema olvidado que él mismo escribió hace tiempo. Pero cuando se junten la mujer le contará la verdadera razón del encuentro, le revelará un dato inquietante:esa misma noche los militares secuestrarán a dos personas.Él debe ir hasta a su casa y avisarles para que puedan anticiparse al secuestro y escapar. “¿Qué carajo tengo que ver yo con esta historia?”, exclamará Francisco, estupefacto, ostensiblemente preocupado, acaso porque a partir de ese momento ya se sabe involucrado, acaso porque ya, aunque se resista, no puede evadirse.
La película se detendrá, como anuncia el título, en esa noche.Una noche que será efectivamente larga.La cámara seguirá el desplazamiento indeciso de Francisco a través de calles solitarias y oscuras, tan solo iluminadas por pequeños faroles. Un laberinto de calles que suscitarán persecuciones confusas, encuentros enigmáticos. Francisco buscará ayuda, intentará apoyarse en alguien. Pero será en vano. Esa noche se encontrará sólo, forcejeando exclusivamente consigo mismo.
La larga noche de Francisco Sanctis -basada en la novela homónima de Humberto Costantini- representará con audacia el derrotero confuso de una conciencia en acto. Las idas y vueltas, los encuentros y desencuentros, las dudas y contradicciones que pueden llegar a determinarla decisión de levantarse y comprometerse ante una realidad temible.Proyectará, en definitiva, la trayectoria sinuosa de una toma de posición.