Suspenso en la clase por unos “levs”.
El cine de los hermanos Dardenne presenta de modo invariable un dilema moral que el héroe o heroína debe resolver en un período acotado, y que lo lleva a poner en cuestión sus valores y, a veces, los del entorno. Lo mismo sucede en La lección, primer largometraje de ficción codirigido por los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov, que tienen cortos, documentales, trabajos previos para televisión y un largo de ficción posterior (La lección es de 2014). La clave para que la moraleja no se vuelva demasiado evidente (la clave para tenerle terror al lobo en lugar de andar cuidándose de los hombres en la calle, en otras palabras) es lograr que el cuento pese más que la moral. Es lo que hacen los Dardenne. Más nervio, más urgencia, más incidentes, más construcción de personajes, más suspenso incluso, dejando que el factor moral se imponga por decantación. En La lección, una película prolijamente armada, escrita, actuada y contada, sucede lo contrario. Se siente que la fábula está entera y puntillosamente pergeñada en función de la conclusión moral a la que se quiere arribar. Lo que en otras épocas se llamaba “film de tesis”, formato que por otra parte admite una única conclusión posible para el dilema, lejos de la inquietud y ambigüedad que suelen cerrar el cine de los Dardenne.
Exhibida en unos cuantos festivales y ganadora del premio Nuevos Directores en San Sebastián, Urok (tal el título en búlgaro) empieza con el nudo mismo de la cuestión: la profesora Nadezhda (Margita Gosheva) plantea a los alumnos de una división de colegio secundario que quien robó unos levs (moneda búlgara) a una compañera deberá devolverlos. Es el comienzo de una guerra entre la profesora y el ladrón, que no se da a conocer, con el resto de la clase entre esos dos fuegos y sin que ninguno de los dos dé el brazo a torcer. La profesora ofrece algunas formas de negociación (hacer una “vaca” entre todos para compensar a la damnificada, darle al ladrón la posibilidad de devolver la plata cuando nadie lo ve) pero no hay solución. Al mismo tiempo, las cosas no andan nada bien en casa de Nadezhda, básicamente porque la irresponsabilidad de su marido puso a la familia frente a una deuda impagable, y queda a cargo de ella intentar resolver lo que parece irresoluble.
Así como fuerza notoriamente los acontecimientos para poner a la heroína entre la espada y la pared –lo cual quita credibilidad–, algunos de esos acontecimientos están muy bien “vestidos”. La situación con el padre de Nadezhda, a quien ella no ve desde hace años y ahora se ve obligada a pedirle dinero, y el prestamista al que recurre in extremis, son momentos dramáticos de primera agua, que generan mucha tensión. La lección no sería concebible, por otra parte, sin la actuación de Margita Gosheva, a quien la cámara acosa durante los 106 minutos de película. En lugar de perseguir al protagonista de espaldas, como en las películas de los Dardenne, aquí se lo hace de frente.