Haz lo que yo digo...
No es un cuento moral, pero incomoda siendo una crítica a un sistema y a la corrupción. Gran filme.
Tal vez porque la dupla detrás de cámara provenga del cortometraje, esta opera prima -que formará parte de una trilogía- tiene los tiempos cinematográficos precisos. Ninguna escena está estirada, no hay regodeos de cámara o de puesta en escena. Es, se diría, justa.
Es cine social, al estilo de los Dardenne o Ken Loach, y tiene muchos puntos de contacto precisamente con Dos días, una noche, de los hermanos belgas, ya que la protagonista pasa unas 24 horas en las que debe resolver múltiples problemas, que se van sumando y suman encrucijadas morales, rabias incontenidas y persistencia ante la(s) adversidad(es).
Nadezhda (Margita Gosheva) es profesora de inglés en una secundaria de un pequeño pueblo búlgaro. Podría ser de cualquier otro lugar de Europa del Este, o hasta de nuestro país. Como buena instructora, además de la lengua extranjera desea enseñar principios y el bien entre su alumnado: quiere dar una lección a partir de un pequeño robo de dinero en su aula. El ladrón no aparece, y ella apuesta a la moral de los adolescentes. Pero...
Pero Nade verá cómo su estantería está a punto de venírsele abajo cuando se entere del embargo de su casa, que comparte con su hijita y su marido ex alcohólico, que mantiene una deuda de la que su mujer acaba de enterarse.
Con el pulso del nuevo cine rumano -cámara en mano siguiendo a los personajes, planos cortos, tono seco, iluminación y escenarios naturales, como una vuelta sobre el cine de los Dardenne-, La lección no es un cuento moral. Pero incomoda, y mucho. Un ritmo más lento se apodera de la primera mitad, para luego, cuando los conflictos se agregan a velocidad crucero, generar ese estado de corte de respiración al espectador. Acorralada, Nade está lejos de ser una heroína, pero menos todavía de convertirse en una mártir.
La película es una crítica al sistema, a la explotación, a la corrupción y a la usura. Las escenas con el prestamista que extorsiona a la protagonista está hecha para crispar los nervios, casi desde la nada.
Grozeva y Valchanov son dos apellidos para seguir de cerca, sigan o no rodando en su país sin apoyo estatal, como fue el caso de La lección. Hay ideas, y aquí fue más que suficiente.