El guardián de mi hermano
La ley del más fuerte (Out of the Furnace, 2013) comienza prometedoramente, cuenta con un elenco envidiable, personajes interesantes con relaciones cuidadosamente definidas y un fascinante mundo por delante. El potencial es rico en posibilidades dramáticas, y la tensión hierve lentamente. Tan lentamente que el vapor se esfuma antes de llegar al clímax, y el saldo no es muy satisfactorio.
Quizás haya sido un error de marketing. Si ven el tráiler o leen la sinopsis de la película, verán que trata de un hermano mayor (Christian Bale) que va tras la pista de su hermano menor (Casey Affleck), que ha desaparecido luego de meterse con la gente equivocada. En realidad, esto apenas describe el desenlace de la película y no dice nada de la hora y veinte minutos que le preceden, donde pasamos la mayor parte del tiempo esperando el punto de giro.
La película comienza con Harlan DeGroat (Woody Harrelson), un sociópata descendido de los endogámicos montes Ramapo al noreste de New Jersey. Es el tipo de escoria humana que Harrelson perseguiría en True Detective. Harlan se halla en un autocine cuando decide atacar a golpes a su cita, y luego al hombre que intenta defenderla. Más tarde cuando alguien le pregunta “¿Tienes un problema conmigo?”, Harlan explica: “Tengo un problema con todos”.
Conocemos a los hermanos Russell y Rodney Baze (Bale y Affleck) en un silencioso pueblo en vísperas de la bancarrota industrial, muy parecido al de El francotirador (The Deer Hunter, 1978). Russell trabaja de obrero en una metalúrgica mientras que Rodney derrocha el dinero de su hermano en apuestas. Russell es el único que mantiene a su familia unida, y la misma se desmorona cuando él va a prisión. Al salir se ha quedado sin padre ni novia, y su hermano se encuentra a la deriva, ganándose la vida en peleas clandestinas.
La mayor debilidad de Rodney es no saber dejarse vencer, cosa que le ha endeudado seriamente con el mafioso local John Petty (Willem Dafoe). Ambos tienen la pésima idea de meterse en el despiadado círculo de peleas de DeGroat, y a esta altura llegamos a la historia prometida de búsqueda y venganza fraternal.
Las actuaciones son por supuesto impecables y nos encontramos con varias escenas notables. El reencuentro entre Russell y su ex novia (Zoe Saldaña) es el cénit trágico de la película. Cualquier escena con o entre Woody Harrelson y Willem Dafoe está cargada de magnetismo. Y Christian Bale actúa nuevamente con toda la furia y toda la culpa del mundo cargados sobre sus hombros.
No hay nada malo o incompetente en La ley del más fuerte, pero se toma demasiado tiempo en comenzar, y no vemos a sus personajes en acción lo suficiente. Se la pasan agazapados en sus roles, aguardando algún tipo de corriente dramática con un zen shakespeareano. Las acciones del protagonista no guían la película: la concluyen. Y cuando actúa finalmente, lo hace sin un ápice de emoción. No sentimos ni tristeza ni felicidad, sólo alivio.
Los excelentes momentos con los que cuenta la película pueden hacernos creer que tiene mayor profundidad de lo que aparenta, pero a fin de cuentas se trata de una historia de venganza a la antigua en la que la venganza llega tarde y sin mucha emoción.