Sólido ejemplo de cine negro moderno
Las leyes del cine negro se aplican implacablemente en esta historia donde todo lo que puede salir mal sale realmente mal. Christian Bale es un obrero que intenta ocuparse de los desequilibrios financieros de su hermano Casey Affleck, veterano de Irak, que apuesta cifras que no puede pagar y cree que puede salir adelante sin trabajar en la fábrica, la única actividad de la decadente zona industrial donde viven. En el medio, las cosas empeoran por la presencia de dos tipos pesados de características bastante distintas. Woody Harrelson es un criminal realmente violento y despiadado como se puede ver en el extraño prólogo en un autocine donde se enoja con su acompañante-, mientras que Willem Dafoe es el dueño de un bar de mala muerte que intenta hacer sus negocios sin perjudicar demasiado a los demás, lo que no logra.
Un whisky para el camino antes de volver a casa le juega mal al protagonista, que termina preso por provocar un accidente manejando con ese trago de más. Entonces, todo empieza a desbarrancarse seriamente, ya que su padre muere, su mujer lo deja y su hermano empieza a pelear en el circuito de las luchas callejeras (estas escenas conducen a lo más fuerte del film).
Scott Cooper, director de la más luminosa primera película del superagente Austin Powers, se mete de lleno en el más oscuro cine negro con esta película que si bien no logra evitar ciertos recursos conocidos (por ejemplo, el montaje paralelo entre la muerte de uno de los personajes principales y la cacería de un ciervo), consigue una descripción notable de una sociedad a la deriva, y sobre todo, extraordinarios retratos de sus personajes. Da la sensación de que al director le interesan especialmente los villanos, lo que prueba el énfasis que le da al personaje de Woody Harrelson (una composición notable, intensamente desagradable) y a todo el zoológico de malvivientes expuestos en una impresionante y tensa escena en la que Christian Bale se atreve a merodear por sus dominios.
Esta es una historia de venganza, pero además tiene todos los elementos de cuadro social que es uno de los componentes esenciales del género. Todas las actuaciones son más que sólidas, igual que la fotografía, que aprovecha muy bien locaciones de Pensilvania, al punto de que Bale tuvo que aprender a soldar en la fábrica de acero. La música de Pearl Jam ayuda a redondear este buen ejemplo de policial negro moderno para no perderse.