Dos hermanos que habitan en un pueblo norteño de los Estados Unidos, afectado por la decadencia económica y el escaso empleo, donde el mayor (Christian Bale) trabaja en una acería a punto de cerrar mientras que el menor (Casey Affleck) acaba de regresar de la guerra de Iraq, son el punto de partida de este film que comienza como un drama que se intensifica a partir de un grave accidente automovilístico, cediendo lugar a un thriller y pareciéndose al final a una típica historia de venganza.
Con un discurrir lento y solemne, el director Scott Cooper se toma su tiempo para que conozcamos con detenimiento tanto a los personajes como a las historias individuales que los rodean, centrando su mirada en còmo los dos hermanos hacen frente a su vida. A partir del accidente el drama da paso al thriller, con mucho de western (las inhóspitas vías por las que nunca pasa el tren adornadas con acordes de guitarra de Dickon Hinchliffe), cediendo finalmente su lugar al típico relato de venganza que pasa por los lugares y hechos comunes con un final predecible.
Más relevante por su estilo que por la historia narrada, el film recuerda en varios aspectos a Lazos de sangre (Winter's Bone), la película que catapultó a Jennifer Lawrence y por la cual estuvo nominada al Oscar como mejor actriz.
Ambos films comparten una historia sencilla bien contada, en la que poco se dice y mucho se sabe, trascurren en un pueblo pobre del interior de Estados Unidos y proponen una mirada independiente y realista del viejo lema “Lo que pasa en las Vegas queda en las Vegas" donde las excelentes interpretaciones serán el centro del relato.
Los principales méritos del film residen en la atmósfera y clímax que su director logra componer al lo largo del relato, con una excelente fotografía a cargo de Masanobu Takayanagi, y un pausado pero cautivador desarrollo de la trama merced a las buenas actuaciones del trío protagónico compuesto por Bale, Affleck y Wody Harrelson en el papel del desquiciado antagonista, además de unos secundarios de lujo como Willem Dafoe, Sam Shepard, Forest Whitaker y Zoe Saldana.
Acompañada por una muy buena banda sonora (cualquiera arriesgaría que G. Santaolalla dejò sus huellas), La ley del más fuerte expone en el comienzo la crítica social a la America profunda e instaura, a partir del accidente, cómo una persona íntegra y moral que es despojada de todo puede abandonar su más preciada esencia. Dejando para el final el conocido lema “La venganza es un plato que se sirve frío”
No es casualidad que nombres como Leonardo DiCaprio o Ridley Scott se han quedado en un segundo plano en la lista de productores, sin involucrarse de forma más activa en el apartado artístico.