Venganza en la mira
Como si tomara el rumbo justo allí donde terminaba Vivir al límite de Kathryn Bigelow, La ley del más fuerte de Scoot Cooper se centra en una Estados Unidos resentida, pauperizada y deprimida, herida por el desempleo y las consecuencias de la guerra de Irak.
Ese escenario ubicado en Braddock (Penssylvania) es uno de los atractivos de la cinta del director de Loco corazón, que al igual que en aquel filme suma hombres solitarios a los hostiles y secos aires de la Norteamérica profunda. Los protagonistas son dos hermanos, Russell (Christian Bale) y Rodney (Casey Affleck); el primero se dedica a cuidar a su padre moribundo, el segundo vuelve de Irak con problemas psíquicos y físicos y sin mucho que hacer más que meterse en trabajos al borde de la ilegalidad.
Será esa errática supervivencia, que lo arrastra al submundo del boxeo callejero, el que lleve a Rodney a meterse con el violentísimo Harlan deGroat (Woody Harrelson), un villano a la altura de un thriller dramático en el que los engranajes de Hollywood encuentran su mejor aceite. Un elenco potente (que cierran Sam Shepard, Willem Defoe y Forest Whitaker) se une a una fotografía precisa para delinear una historia de género recurrente pero disfrutable, un trago pop con sabor amargo.
La tensión se centra en el rostro de Bale, tan triste como decidido, tan abatido como impasible. El lazo trágico entre los hermanos y el posterior raíd de venganza son los universales ejes de La ley del más fuerte (darwinista y simplista título que reemplazó al original y metafórico Out of the furnace, algo así como “Fuera del horno”, en relación a la caldera con la que trabaja el esforzado acerista Russell y al bíblico infierno reinante). La misma repetición de la violencia que caracteriza a la venganza es la que imita el filme al reproducirse en su género, que contentará a los amantes de íconos rudos, pero también a los catadores de un Hollywood añejamente preciosista.