Hijo cuida padre enfermo; hermano vuelve no muy bien de Irak y se mete con gente peligrosa; luego desaparece. Hijo recurre a policía, policía no sabe nada, hijo va por las suyas a buscar a hermano. Pues bien, ese es el esquema básico y cualquiera sabe que cualquier film narrativo de Hollywood puede relatarse así. También sabe que podemos hablar de lugares comunes, pero es perezoso y, claro, otro lugar común. Lo que importa no es el qué -que nos permite ordenar los hechos- sino el cómo: cómo los personajes se presentan ante nuestros ojos, cómo actúan, cómo una imagen nos queda o no en la memoria. Este film tiene un poco para el recuerdo y un poco para el olvido: del lado memorable, los rostros y los movimientos de gente como Christian Bale, Woody Harrelson, Casey Affleck y Zoe Saldana. Para el olvido, cierta sobreactuación de lo “duro-macho-rudo-oscuro” de la América profunda, que suena a maquillaje convencional para insertar la violencia, no como tema sino como justificativo de efectos de sonido. De todos modos, lo memorable -por poco- supera el promedio.