De la mitología a una buena película de acción
"No me gustan las películas en las que el héroe tiene pectorales más grandes que la estrella femenina". El famoso chiste de Groucho Marx se aplica especialmente a esta nueva aventura fílmica de Hércules, donde el joven y musculoso Kellan Lutz retoma el personaje que hizo famoso a Steve Reeves en esas producciones italianas que hicieron rico al magnate Joseph Levine y que en algunos casos contaban con el talento de cineastas como Mario Bava.
Pero lo cierto es que Renny Harlin tambien es un cineasta de enorme talento, de hecho entre sus créditos se puede contar una de las mejores entregas de la saga de "Duro de matar" (la primera secuela). En "La leyenda de Hércules", Harlin parece haberse concentrado en algunos aspectos mitológicos de personaje, dándole mucha seriedad, tal vez, más de lo que hacía falta.
La película empieza con un combate a todo despliegue entre el rey Anfitrion y su rival el rey de Argos. La esposa de Anfitrion está harta de tanto derramamiento de sangre y, al encontrase con una misteriosa pitonisa, acepta ser parte de la profecía que dice que si ella concibe un hijo con Zeus, el vástago de esta unión traerá un poco de paz al mundo.
La escena de la concepción del futuro Hércules con Zeus abordando a la reina en su lecho en forma de rayos erotizantes está muy bien armada por Harlin, que realmente hizo un gran trabajo no sólo con la acción (rubro en el que siempre se destacó), sino en todo lo que tenga que ver con la dirección de arte. Los decorados, las locaciones y hasta el más mínimo detalle del diseño de los cascos de los distintos ejércitos que desfilan a lo largo de la película casi justificarían por sí solos el precio de la entrada al cine.
Luego, la historia de Hércules enamorado de la princesa Hebe, entregada a su malísimo medio hermano, y traicionado por su supuesto padre (el rey Anfitrion) para terminar vendido como esclavo y obligado a pelear como gladiador, se parece más a la de la más actual serie "Spartacus" que a los viejos péplums que vienen a la memoria no bien se pronuncia el nombre Hércules. En todo caso, estas escenas de luchas de gladiadores son lo mejor y más violento del film, con dos grandes momentos, una pelea terriblemente cruenta en un circo de Sicilia con un diseño especialmente tétrico, y una lucha imposible entre Hércules solo contra los seis guerreros más terribles de toda Grecia (que tiene la extraña particularidad de incluir una mujer en el sexteto).
El 3D está muy bien utilizado por Harlin, sin abusar, y con un momento culminante cuando el héroe rompe las cadenas que lo atan a unos pilares y con las rocas aplasta a sus enemigos (lo que recuerda justamente al clásico del péplum "Hércules sin cadenas").
Lamentablemente al film le falta humor y picardía, y un buen elenco, con el actor que encarna a Anfitrion (Scott Adkins) entre lo mejor de un cast muy pobre, sobre todo en actores secundarios.