El sueco Renny Harlin, que alguna vez demostró gran inventiva para el cine de acción (El largo beso del adiós o Alerta en lo profundo, grandes películas) aquí toma la leyenda del semidiós griego y hace una película clase B basada exclusivamente en las posibilidades de la tecnología. Al revés de Agosto, no contiene un ápice de humanidad o de empatía actoral. El resultado es igualmente poco interesante. ¿Dónde está el justo medio?