La leyenda de Tarzán toma el clásico personaje de Edgar R. Burroughs y le da una vuelta de tuerca, transformando esta cinta casi en una secuela de la historia original. ¿El motivo? Se desarrolla con un protagonista ya alejado de la selva, viviendo una vida lujosa en Londres junto a la sensual Jane. El regreso a la jungla se dará por pedido del parlamento Británico, y en ese contexto "el hombre mono" se enfrentara a un villano de manual encarnado por Christoph Walts (como siempre al borde de la caricatura).
Hay flashbacks que nos presentan momentos anteriores en la vida de Tarzán que incluyen la adopción de los gorilas, el encuentro con su mujer y su vida colgado de la liana, pero el director David Yates da por sentado que ya conocemos a todos los personajes y estos segmentos parecen destinados al lucimiento técnico y visual que al avance de la trama.
Muy bien el sueco Alexander Skarsgard, en un trabajo físico encomiable haciendo pareja con una Margot Robbie de la que es imposible no enamorarse. Una fotografía en la paleta de los verdes acentúa la experiencia selvática de un espectáculo cinematográfico digno de disfrutar en la pantalla grande. Es en definitiva una versión moderna, entretenida y lograda de un héroe humano, sin superpoderes pero muy carismático. El Tarzán justo para las nuevas generaciones de espectadores.