La nueva versión de Tarzán llega con el actor sueco Alexander Skarsgård como un personaje aburguesado que regresa al Congo y enfrenta al malvado de turno, encarnado por Christoph Waltz. Una visión moderna, vertiginosa y sin mayores novedades.
Después del Tarzán encarnado porChristopher Lambert o Johnny Weissmüller en la serie, el nuevo "hombre de la selva" -más cerca de Ron Ely- llega de la mano del actor sueco Alexander Skarsgård, de reciente visita en Argentina para promocionar la película basada en el personaje creado por Edgar Rice Burroughs.
Dirigida porDavid Yates -Harry Potter y las Reliquias de la Muerte- la película nos muestra al hombre que fue criado por los simios y que ahora está instalado en la civilización como John Clayton III, Lord Greystoke, junto a su esposaJane -Margot Robbie-.
Cuando acepta la propuesta de volver al Congo como embajador de comercio, se encuentra con un plan ideado por el malvado capitán belga Leon -Christoph Waltz-, que responde a las órdenes del Rey Leopoldo, y se enciende una vez más la mecha de la aventura.
En un camino plagado de peligros y junto a su compañero de travesía -Samuel L. Jackson-, sobreviviente de la guerra civil, lucharán contra el tráfico de esclavos. El hombre que habla con los animales deja por un rato el té inglés y se vuelve a colgar de las lianas.
Entre "flashbacks" que muestran su pasado y crecimiento en medio de los peligros de la selva, el enfrentamiento entre manadas de simios y una tribu amenazante, la película salta directo a la acción e impone la figura de un héroe moderno y racional que vuelve a su lugar de origen pero conservando la destreza desarrollada en el corazón de la jungla.
El uso del 3D sirve en esta ocasión para potenciar el vértigo de los vuelos entre lianas -como en la secuencia del tren-, las caídas desde la altura y la estampida de animales, trayendo además a un villano obsesivo, aristocrático y con la venganza a flor de piel, rol a cargo del actor de Bastardos sin gloria. Mientras Jane asegura "mi esposo no es un hombre normal", se convierte en la carnada ideal para que el antagonista se encuentre con Tarzán. Una historia clásica contada con la tecnología del cine moderno, sin mayores novedades, y con un nuevo rostro para un personaje cuyo típico grito aún se escucha.