Un grupo de viejos cazadores recuerda, mientras beben, la historia de Luciano: un personaje legendario, un bastardo loco y justiciero. La primera parte de la película transcurre en el pequeño pueblo de Tuscia, Italia, a fines del siglo XIX. Luciano es un borracho, un loco que sacude las estructuras de su comunidad ya que no le importa encajar en ninguna de ellas. La rebelión ante la autoridad y un amor prohibido desencadenan una tragedia. Una sensibilidad de otra época pero vista desde el presente. Ahora en su condición de criminal, Luciano es exiliado a la lejana Tierra del Fuego donde, junto con un grupo de despiadados buscadores de oro, se embarca en la búsqueda de un mítico tesoro, que al mismo tiempo es el camino de su redención.
La película se ve diferente a casi todo lo que se hace en el cine argentino. Esa pasión aristocrática por los aventureros del siglo XIX se ha plasmado en varios films nacionales, siguiendo esta maravillosa clase de relatos. Aquí el romanticismo de otra época, algo de western y mucho de aventuras se conjugan para construir un relato que se ve algo pretencioso y acartonado en la primera parte pero apasionante y profundo en la segunda. No es accidental ese cambio, pero se posterga demasiado el momento en el cual la película se explica y justifica su visión. La leyenda del rey cangrejo tarda en mostrar su juego pero vale la pena la paciencia.