Una ávida y solitaria lectora perseguirá su sueño de abrir una librería en un pequeño condado de Inglaterra. Para alcanzar ese viejo anhelo que mantenía con su difunto esposo, deberá enfrentar a la idiosincrasia de aquel pequeño paraje, y afrontar a una competidora audaz y despiadada. Una historia de rebeldía, perseverancia y confrontación ante el establishment y el poder de la alta sociedad.
La reconocida directora española de “La vida Secreta de las Palabras” vuelve al ruedo con la adaptación de la novela homónima de Penelope Fitzgerald. Isabel Coixet realizó este sencillo relato intimista, que cuenta la historia de una joven mujer (Emily Mortimer), la cual decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido en un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959.
Nos encontramos con un film que presenta buenas intenciones y que en reiterados momentos apela a la emoción y a la empatía del espectador por medio de escenas bien construidas y sumamente cuidadas desde lo narrativo y lo interpretativo. Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy y Honor Kneafsey son varias de las razones por las cuales la película funciona.
Quizás las principales falencias de la cinta están representadas en el guion, que por momentos transita algunos lugares comunes como el “forastero que viene a romper con la paz local”, sin embargo, entre los paisajes rurales de Inglaterra, y el estilo austero que maneja la directora, podemos ubicar a “La Librería” entre aquellas pequeñas historias que emocionan a través de su franqueza y su falta de pretensiones.
“A ella, lo que más le gustaba en el mundo era terminar un libro y tener la historia en la mente como el más vivido de los sueños”. La frase con la que empieza el film incurre en cierta ironía premonitoria, que nos preparará para un final algo anticipable pero necesario. “La Librería” compone un relato austero pero cargado de emoción, que apelará a sus excelentes actores para sacar adelante una historia algo típica pero funcional.