La directora Isabel Coixet aseguró que "La librería" fue la película que siempre quiso filmar. Esta realizadora que generalmente elige tramas intensas, en esta ocasión encaró un relato ambientado en la placidez de un pueblo costero en la Inglaterra de posguerra.
Como en "La vida secreta de las palabras" o "Nadie quiere la noche", el personaje protagónico es una mujer en un contexto hostil. Florence Green es una viuda que apuesta su escaso capital a abrir la única librería del lugar, una iniciativa que chocará contra los planes de una aristócrata que quiere convertir la casa en un centro de arte. El filme es la adaptación de una novela de Penelope Fitzgerald, y Coixet crea una atmósfera propia para este trabajo que recuerda los climas de algunos clásicos ingleses, con intrigas y diferencias de clase, y los conflictos íntimos y pequeñas tragedias de algunos autores contemporáneos.
Para lograr esa complejidad contó con un elenco extraordinario encabezado por Emily Mortimer en el rol de la heroína y Patricia Clarkson como su antagonista. Como mediador entre ellas aparece el personaje interpretado por Bill Nighy, un excéntrico, un aristócrata que vive recluido en su casa con la única compañía de su interés por la lectura. Alrededor de ellos gira un universo en el que todo se dice a media voz y con buenos modales, aunque debajo fluyan el la arrogancia y el egoísmo.