Imaginativo relato sobre el poder transformador de la palabra
El lenguaje es todo. Por él se desatan las guerras y se alcanza la paz. El lenguaje acerca y aleja. Y las palabras sirven por igual para el amor y la disputa. Y será el lenguaje la principal herramienta de este film imaginativo, interesante pero algo pretencioso, que apela a la memoria, el tiempo, las pérdidas y los misterios para contarnos una interesante fábula.
Un día, bajan 12 naves extraterrestres. Se posan en diferentes países del planeta. ¿A qué vienen? Asombro, estupor, miedo. Son huevos gigantes que sólo emiten un ronco susurro. Por eso el ejército norteamericano le pide ayuda a Louise Brooks, una experta lingüística, que ha decodificado todas las expresiones humanas pero que no sabe si podrá traducir lo que dicen estos recién llegados. A su alrededor, crece la tensión. A los ejércitos no les interesa saber qué quieren decirnos sino a qué vinieron y qué buscan. Pero la doctora Brooks aprendió que el lenguaje no sólo une a los pueblos. Si aprendemos una lengua nueva, asumimos también sus rasgos dominantes. El lenguaje, dice, asimila al hombre que lo practica, incluso llega a cambiar su cerebro y le abre la puerta a otros saberes. Y Louise tendrá nuevos poderes gracias a este contacto. Podrá leer el futuro, tanto, que una hija que aún no nació le dará las claves para entender mejor a los invasores.
El film juega con el tiempo y los contrastes: ella es la única que apuesta al diálogo, ante una maraña de hombres, científicos y guerreros, que buscan un camino más corto para poder expulsar a los visitantes. En el anterior film de Villeneuve, el soberbio “Sicario, también una joven mujer se mezclaba entre los hombres para aportarle una nueva mirada a ese mundo repetido y violento. Y aquí será Louise la que ira entreviendo el propósito de los visitantes y también las luces y sombras de su futuro destino. Aprendió de los alienígenas, que el tiempo no es lineal sino circular y ella desde allí jugará con sus pálpitos y revelaciones a lo largo de un relato que exagera un poco con sus idas y vueltas y más de una vez confunde y despista al espectador más atento.
“La llegada” es un film más complicado que complejo, aunque visualmente es impecable. Tiene una primera parte formidable: suspenso, deslumbrante fotografía, concentración dramática. Después se alarga más de la cuenta. Y al final (los finales siempre cuestan más en este tipo de historias) adopta un trazo algo convencional para traernos un mensaje esperanzador sobre el espíritu de los hombres.
Como todo film sobre extraterrestres, desde el cielo hace llegar un mensaje edificante: hay que saber escuchar al otro. Hay que ponerle el oído al prójimo, sin impaciencia ni prejuicios. Hay que hacerle lugar a lo que no conocemos y hay que poner siempre a la palabra por encima de la violencia.