Buscando un símbolo de paz
Desde su permanencia en el mainstream norteamericano, Denis Villeneuve se encuentra elaborando producciones de manera constante, denotando una preferencia por los argumentos con incorrecciones ideológicas, aunque manteniendo el entretenimiento como necesidad. Con La Llegada (Arrival, 2016) descubrimos a un Villeneuve plenamente ambicioso, supervisando una propuesta arriesgada sobre invasiones alienígenas, militares paranoicos y discusiones existenciales.
La historia comienza con la inesperada aparición de doce naves extraterrestres que se posicionan flotando en ubicaciones geográficas específicas de nuestro planeta. Ante la imposibilidad de comunicarnos con estos visitantes, el coronel Weber (Forest Whitaker) recluta a la traductora Louise Banks (Amy Adams) y al astrofísico Ian Donnelly (Jeremy Renner) para que trabajen en alguna estrategia que consiga decodificar el lenguaje extraterrestre y de esta manera conocer los verdaderos propósitos de su llegada.
Tomando distancia de los policiales moralistas construidos mediante la intensidad de sus personajes, en esta oportunidad el canadiense se introduce a la ciencia ficción de contenido intelectual, contemplando la importancia de las comunicaciones como herramientas primordiales para la supervivencia de la humanidad. Desde las burocracias gubernativas, hasta los conflictos culturales, las implicancias responden a los intereses que Villeneuve viene planteando desde Incendies (2010) en adelante.
Con La Llegada también retomamos diferentes suposiciones discursivas que mantienen similitudes con otras películas respecto a la posibilidad de contactarnos con alienígenas, además de las afirmaciones científicas que intervienen frente a las cuestiones religiosas. Desde los planteamientos introspectivos demostrados en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977) y Señales (Signs, 2002), hasta la intelectualidad de Contacto (Contact, 1997) e Interestelar (Interstellar, 2014).
El desarrollo del guionista Eric Heisserer consigue estructurar una narrativa de recursos inteligentes, mientras que el tratamiento contemplado por Villeneuve establece los parámetros necesarios para consolidar una atmosfera cautivante, sin necesidades de comportarse como un blockbuster cualquiera. La Llegada transporta al espectador hasta sumergirlo en un desenlace sumamente emocional, impregnando un dramatismo deslumbrante por parte de Adams, y corroborando la grandiosidad de Villeneuve dentro del panorama comercial.