Entre el grito y el silencio
Ya desde su título ambiguo, y gracias a las explicaciones de la directora Mayra Bottero, la lluvia aludida no es otra que la que se produce cuando un VHS reproducido miles de veces deja como marca y huella el paso del tiempo. Lo material aquí en esas horas grabadas de archivo para recoger la mirada mediática de una tragedia nacional, como fue la masacre de Cromañón, un diciembre negro para varias generaciones, que tuvo entre muchas aristas, 194 muertos, años de lucha silenciosa contra poderes políticos, empresariales y una sociedad fragmentada, la cual ante el hecho tomó partida por víctimas y victimarios al mismo nivel, reflejo pálido que cuando se trata de corrupción la muerte dice presente.
El documental se instala de lleno en el fenómeno Cromañón, pero se bifurca hacia varios escenarios en el que toman protagonismo los sobrevivientes y familiares de las víctimas que relatan en primera persona la pesadilla, junto a un selectivo material de archivo acompañado de una voz en off en la que la realizadora encuentra la distancia necesaria para dejar un punto de vista entre muchos que van desplazándose a medida que el relato avanza.
El cruce de imágenes referenciales al episodio, o de lo que se escuchaba en diferentes medios antes del juicio a los culpables y luego de la exoneración, gracias a un riguroso tratamiento en el montaje asocia el rol del estado ausente cuando la corrupción encuentra su mejor modo de crecer y eleva la cuota de responsabilidad a distintos eslabones de una cadena podrida. Desde el eslabón más débil –para algunos la banda Callejeros- hasta el más poderoso –Chabán, funcionarios, inspectores, etc.- comparten la misma contradicción y además el mismo reclamo de justicia por parte de aquellos que comenzaron a clamar en las calles y a convertir su lucha en un símbolo contra el poder.
El espacio urbano como santuario en el mismo lugar de los hechos, las zapatillas colgadas y la decisión acertada de no apelar a la música de Callejeros para no herir susceptibilidades, de manera gratuita, aportan a la mirada de Mayra Bottero un lado poético o metafórico que desplazan al registro documental a secas para abrir otro tipo de discurso cinematográfico y llegar así a la sensibilidad de muchos más espectadores que aquellos que se identifiquen en primera persona con la suerte de muchos de los sobrevivientes.
La herida generacional de Cromañón y, a partir de ese acontecimiento, un derrotero de tragedias evitables hablan a las claras de que falta mucho para que la balanza se incline hacia el lugar menos previsible, mientras el estado ausente se siga lavando las manos y echando culpas a terceros. Entre el grito y el silencio se escuchan los mismos reclamos, se unen demandas parecidas con el denominador común: la corrupción, la invisibilidad, eso es lo que a las claras deja La lluvia es también no verte, la memoria de una tragedia que aún hoy busca respuestas a preguntas que incomodan, pero que interpelan a toda la sociedad en su conjunto.
Era hora que el cine nacional tomara la posta y encontrara, desde la concreción este documental, un lugar diferente para crear conciencia de un pasado y un presente que se conectan con la esperanza de que el futuro sea otra cosa.