Dirigida por Daniel Stamm, “La Luz del Diablo” remite a un tema que ya vimos muchas veces después de la pionera de 1973, “El Exorcista”.
De que va? Al comienzo, hay un relato que cuenta que a propósito de la cantidad de posesiones demoníacas que existen, el Vaticano tuvo que, además de tener su escuela allí, abrir otra en Estados Unidos, aunque sólo para hombres, las mujeres sólo podían colaborar como enfermeras. La hermana Ann (Jacqueline Byers) esconde un pasado traumático ya que su madre sufría depresión, que luego devino en esquizofrenia. Esta carga, con la que convive, de una infancia de maltrato y abuso psicológico es objeto de charlas con la Dra. Peters (Virginia Madsen), porque Ann cree que además del diagnóstico de los médicos, su madre estaba poseída. Aquí llega la novedad, Ann no sólo quiere colaborar con lo “permitido” por la Iglesia Católica, sino practicar ella también los exorcismos junto a los Sacerdotes. Primero asiste como oyente a las clases del Padre Quinn (Colin Salmon) pero luego conoce a Natalie (Posy Taylor) una niña poseída con la que construye un gran vínculo.
Lo mejor: Las posesiones están bien logradas, en un clima de opresión y oscuridad que resulta muy convincente. Los efectos visuales están muy logrados y las actuaciones son muy buenas.
Lo que menos me gustó: Los jump-scares se ven venir y no logran el efecto esperado.
Conclusión: Historia sólida, con fundamento, entretenida y con un muy buen reparto donde se destacan Byers, Taylor y la yapa de ver a Madsen. Buena.