La luz del film del mundo representa el segundo trabajo de Cassie Affleck como realizador, luego del extravagante documental falso que hizo con Joaquin Phoenix, en el 2010, Im still here.
En este caso ejerció el rol de hombre orquesta dentro de un proyecto donde se desempeñó comodirector, guionista, actor principal y productor.
Su nueva obra propone una mirada más intimista y emocional a los relatos de supervivencia ambientados en un contexto post-apocalíptico.
A través de una narración extremadamente pausada que puede poner a prueba la paciencia del espectador, el cineasta desarrolla la relación entre un padre y una hija en un mundo donde las mujeres desaparecieron a raíz de una epidemia.
Affleck abre la película con toma de 15 minutos, sin cortes, narrada con un plano cenital, donde su personaje le narra un cuento a una niña en la que reinterpreta la historia bíblica del Arca de Noé.
Una escena que más tarde repercutirá en el desarrollo y arco argumental de la protagonista.
Al margen de la hazaña que la niña no se quede dormida dos minutos después de escuchar la monótona voz de su padre, este momento establece de entrada el tono narrativo que tendrá en adelante el film.
El director en este caso optó por despojar a su relato de situaciones de violencia, tensión o
suspenso, salvo por unos pocos momentos hacia el final, para concentrarse en los aspectos
emocionales que se trabajan en la relación de los dos personajes principales.
La luz del film del mundo presenta un trabajo impecable en su puesta en escena y las
interpretaciones de sus protagonistas que se ven opacadas por un guión muy poco creativo.
Affleck no hace el mínimo esfuerzo para darle una explicación coherente al escenario que rodea a sus personajes algo que da lugar a numerosas situaciones inverosímiles.
Las mujeres desaparecieron del planeta y nunca queda claro por qué la civilización se desintegró y los hombres actúan como psicópatas.
Nunca sabemos que pasó con las fuerzas de seguridad, científicos, artistas, médicos, docentes, simplemente los tipos se convirtieron en inútiles cavernícolas, con excepción del Caballero de Camelot que encarna el protagonista.
Hay un montón de situaciones que no tienen el menor sentido y el espectador debe aceptarlas porque así las escribió su realizador.
Otro problema notable de film es que nunca consigue hacernos olvidar que ya vimos el mismo concepto argumental en obras muy superiores como La carretera (Viggo Mortensen), Niños del hombre (Alfonso Cuarón) y más recientemente Leave no Trace, con un gran Ben Foster.
El punto en común de todas esas películas es que lograban cautivar al público con relatos más intensos en los que era más fácil conectarse con los personajes.
Cassey Affleck ofrece una buena interpretación dramática y su dirección de la debutante Ann Pniowsky es estupenda. Ambos consiguen con sus trabajos que el relato sea llevadero, pese a un guión superficial que no aborda ideas interesantes.
La luz del film del mundo no es una mala película y los seguidores de este artista seguramente la apreciarán, sin embargo dentro del género que explora es una propuesta que se olvida confacilidad frente a otros antecedentes más relevantes.
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