De padre a hija
El actor Casey Affleck se vuelve a poner tras la cámara para dirigir una película que cuenta la historia de supervivencia de un padre y su pequeña hija en un futuro distópico donde todas las mujeres han muerto a causa de una extraña enfermedad. El director revisita un género que es muy popular en los últimos tiempos, para reflexionar sobre las relaciones paterno filiales.
El instinto de supervivencia y la adaptabilidad del ser humano a un mundo devastado son los grandes temas de este tipo de películas. Sin embargo, en La luz del fin del mundo (Light of My Life, 2019) el realizador centra su mirada en ese padre (interpretado por el propio Affleck) que debe proteger a su pequeña hija en ese terrible contexto.
El protagonista, a pesar de las circunstancias extremas que tiene que atravesar, intenta educar a su hija: para ello inventa historias con mensajes edificantes, le da charlas sobre las relaciones sexuales y la preserva, en la medida de lo posible, del horror cotidiano, aunque al mismo tiempo le provee las herramientas que le permitirán afrontar todo tipo de situaciones, incluso la posibilidad de su propia muerte.
La película sólo recurre al género de cine post-apocalíptico, para darle un contexto que le provee una mayor intensidad a la construcción de la siempre difícil relación entre padres e hijos. Si bien hay momentos de suspenso y de violencia, Affleck busca mantener el foco en la interacción entre sus protagonistas.
La luz del fin del mundo es una película cargada de sensibilidad (no de sensiblería), que por momentos cae en cierto tedio por la morosidad de algunas escenas, sobre todo por algunos diálogos que resultan redundantes y que generan que la duración de la película sea un poco excesiva. Sin embargo, Casey Affleck muestra algunas pinceladas de genuino talento, entre ellos obviamente, la dirección de actores, lo que permite avizorar una interesante carrera como realizador.