El director de 'Blue Valentine' nos trae un melodrama conservador, en el cual el virtuosismo estético desentona con el ritmo narrativo.
El melodrama ha sido uno de los géneros medulares de la historia del cine, sobre todo por los aportes que hizo en su época dorada, los años 40 y 50. Sentimientos excesivos, catarsis, intrigas, malos entendidos amorosos, relatos intrincados, son algunos de los motivos que conforman la naturaleza de estos.
La Luz entre los Océanos es un claro ejemplo de puesta en escena de todos los móviles mencionados. La historia, ambientada a fines de los años 20, se centra en una joven pareja de recién casados: Tom (Michael Fassbender), un veterano de guerra que cuida el faro en una remota isla de Australia, e Isabel (Alicia Vikander), una bella mujer enamorada con el máximo deseo de formar una familia.
Lo que parece ser un lecho de rosas en esta idílica isla del océano índico, paulatinamente se convertirá en sufrimiento y obsesión, dado que Isabel pierde sus embarazos. Tras la segunda vez de no poder culminar su periodo de gestación, la joven cae en una gran depresión, hasta que un día sucede un hecho impensado: el mar le ofrenda una bebé sana y fuerte.
En medio de las olas aparece una barca que se encalla en la arena. En el interior yace un hombre muerto y una pequeña de pocos meses. Isabel ve que su oportunidad frustrada de ser madre puede convertirse en realidad, por lo que hará lo imposible para retener a la niña, y a pesar de que Tom en un principio se resiste, terminará aceptando el pacto y la criarán como suya.
En medio de revelaciones casuales y sentimientos culposos, tres o cuatro años después de este suceso, la verdad saldrá a la luz y la pareja entrará en una profunda crisis, además que deberá enfrentar graves problemas legales.
Si bien los aspectos técnicos y estéticos del film son virtuosos, así como las actuaciones correctas y una puesta en escena cuidadísima, La Luz entre los Océanos no asume ningún tipo de riesgo. Por ser tan correcta, aburre, y esto se refleja en su capa narrativa.
Hacia la mitad del film el ritmo se dilata y la voz ronca de Fassbender, así como los sollozos de Vikander, comienzan a fastidiar. Todo se torna tan impostado que es imposible no distanciarse de la historia y los protagonistas.
Alejado de aquellos melodramas que bien sabe reformular Todd Haynes (Carol, Lejos del paraíso), en los cuales subraya con maestría el estado emocional de los personajes, La Luz entre los Océanos rescata solo el aspecto superficial del género, aproximándose más al espíritu de una soap opera, lo diametralmente opuesto a lo que el director concibió en la demoledora Blue Valentine.