Obra profunda y adulta que seguramente será valorada por los cinéfilos
Soltar o no soltar. Continuar viviendo con los recuerdos y las pertenencias del marido muerto, o aceptar una nueva relación al poco tiempo de enviudar. Ese es el nudo de la nueva película de Ariel Rotter, director de “El otro” (2007).
Ambientada en los años ´60, filmada en blanco y negro para resaltar la época en que está retratado el relato, nos cuenta la vida de Luisa (Érica Rivas), una mujer joven, madre de dos bebas, quien hace poco perdió a su marido, al que extraña horrores. Transita el duelo acompañada y apoyada por su madre y su mucama, pero su existencia está adormecida hasta que conoce a Ernesto (Marcelo Subiotto), que se entra en su vida con decisión y prepotencia, por lo que inmediatamente se sentirá atraída por él.
Luisa, empujada por las circunstancias que atraviesa, tanto económicas como morales (en esa época no estaba bien visto que una mujer sea independiente), la hacen reflexionar y dudar continuamente si acepta a un nuevo hombre y así estabilizarse como manda la sociedad, o continúa con el duelo hasta que pueda rearmarse emocionalmente.
Las luchas entre los protagonistas y la interna que tiene que afrontar Luisa, enriquecen a la obra cinematográfica y nos mantiene en vilo hasta el final para saber que resolución toma el personaje principal.
Filmada en gran medida en interiores, con un ritmo cansino, el realizador utiliza mucho los planos medios cuando están los protagonistas juntos, trasmitiendo al espectador la sensación del agobio y angustia que padece Luisa..
La iluminación y la fotografía son muy buenas, ayudada por el vestuario, y la escenografía cuidada en todos los detalles, junto con los adornos, juguetes, etc. Las imágenes van acompañadas por una buena selección de música de jazz, reflejando la vida de la sociedad de la clase media-alta del Buenos Aires de entonces, introduciéndonos definitivamente en las tensiones latentes que genera la narración.
Marcelo Subiotto está en su justa medida consustanciado en la interpretación del personaje, amable, seductor, incisivo, sereno, medido. Por su parte Érica Rivas es una actriz con un talento enorme, que seguramente aún no la hemos visto en todo su potencial, porque se va superando año tras año, y su presencia en la pantalla se impone para sostener y jerarquizar a ésta realización. La intensidad dramática que le brinda a Luisa es única. Las miradas, los gestos de amargura y tristeza, que superan ampliamente a las pocas sonrisas que nos regala a cuentagotas, hacen creíble a su caracterización y genera que el espectador se identifique con ella.
Este drama filmado por Ariel Rotter tiene una gran calidad artística y un buen guión. Es una obra profunda y adulta que seguramente será valorada por los cinéfilos.