Ariel Rotter se propuso escribir y dirigir una película que nos hiciera reflexionar sobre muchas cosas, y lo logró. La Luz Incidente es la nueva cinta que se suma al Salón de la Fama del cine argentino; hermosamente filmada, con algunas tomas que quedarán en la memoria de la audiencia, actores con un compromiso enorme a la hora de expresar sentimientos… Pero sobre todo, un relato triste que hace doler el corazón sin ningún tipo de culpa. En una época en la que el rol de la mujer se ajustaba a ciertas convenciones sociales, Luisa (Erica Rivas) pierde a su marido y a su hermano en un terrible accidente. Esa es la primera información que obtenemos de la historia.
A partir de allí, comienza un pequeño viaje en el que la pobre protagonista sólo necesita del valor del tiempo para procesar un duelo difícil, y que lamentablemente debe entregarse a lo que es bien visto por los demás. Luisa debe pensar en el futuro de sus dos hijas pequeñas, ante todo, y no se anima a enamorarse de nuevo. Pero no porque no quiera, sino porque verdaderamente no lo siente. En medio de ese trago amargo es que aparece Ernesto (Marcelo Subiotto), un hombre que es la cara opuesta de lo que le pasa a ella. Soltero, bien acomodado a nivel laboral y económico, y evidentemente con una necesidad desesperante de formar una familia. Injustamente, se enamora de esa mujer que está ahora desnuda frente al mundo; presa del miedo, como si fuese un venado que no tiene escapatoria. Luisa trata de verle el color a la situación, sin embargo, el tono monocromático del film nos avisa que quizás no haya final feliz para ella.
Así es como obtenemos un combo en el que un personaje logra todo lo que se propuso, mientras el otro debe rendirse a las escasas opciones que tiene y que le convienen, según su madre y demás influencias. Sí, es un relato duro por donde se lo vea. Para la satisfacción de nuestros ojos, es de una delicadeza infinita, porque jamás cae en algún lugar común o incómodo, sino que avanza con fluidez hacia un destino marcado por la depresión de sentir cómo una chica tan joven se desarma de a poquito, extrañando a su verdadero amor que ya no está físicamente entre nosotros y que el único legado que le ha dejado, además de dos preciosas hijas, es una pila de preguntas sin respuestas lógicas.
Animate a transitar esta peligrosa ruta llamada La Luz Incidente, no apta para aquellos que buscan entretenimiento liviano ni finales felices, pero sí para observar una pieza de arte digna de cualquier museo europeo, que nos invita a permanecer atentos a las pinceladas de luces y sombras por un buen rato; concretamente durante una hora y media. A nadie le gustaría estar en la piel de Luisa, pero la vida a veces es así de cruel y realista. Siempre dicen que la realidad supera a la ficción. Yo digo que es bueno ver cuando la ficción logra igualar a la realidad. Por más triste que pueda ser, siempre es bueno…