La diversidad de los rumbos
La Luz Incidente, el nuevo film de Ariel Rotter (El Otro, Las Acacias) nos presenta a Luisa (Erica Rivas), una mujer que recientemente ha enviudado, y a consecuencia de eso, no sabe como continuar, o como volver a iniciar su vida tanto familiar, como amorosa.
El repentino fallecimiento de su esposo y su hermano, producto de un accidente automovilístico, altera todo en la vida de Luisa, y sus dos pequeñas bebés gemelas. Ella no sabe que hacer, que no hacer, que decir, o como mostrarse, y para colmo de males, su madre (la excepcional Susana Pampín) no hace más que presionarla para que rehaga su vida. En un fiesta Luisa conoce a un hombre (Marcelo Subiotto), quien desde el primer minuto, manifiesta su atracción por ella, y sus intenciones de ser aquel que venga a llenar esa falta en la familia, y a brindar algo de luz, en un momento de tanta oscuridad.
Allí Luisa se entrenta a dos situaciones: el reciente duelo, que hasta ese momento evitaba; con la inestabilidad -tanto emocional como económica- surgida a partir de ello, y la necesidad -o imposición externa- de un hombre en el hogar. Ella se muestra limitada, desbordada, desanimada, y todo su entorno, y el contexto de la época, le exigen un cambio, pese a sus numerosas resistencias.
En relación a los aspectos técnicos, La Luz Incidente es maravillosa, desde la fotografía de Guillermo Nieto, que remite no sólo al cine argentino de la época en la que el film se sitúa; además de la elección de filmar en su mayoría en interiores, también está diciendo algo: los asuntos familiares son y deben ser privados, algo del hogar, y el exterior sólo debe ver la cara bonita de las cosas, las fiestas, los festejos, etc.
En cuanto a lo actoral, los tres protagonistas (Rivas, Pampin y Subiotto) se lucen con excelencia, abordando una cuestión delicada, pero con los justos y necesarios toques de humor, dentro de un film excelente, que nos invita a cuestionar constumbres ideológicas acerca del rol de la mujer, y de la imagen de familia.