En el nombre del hijo
En La madre, Gustavo Fontán busca combinar sus búsquedas narrativas y visuales más experimentales con cierta "dramaturgia" un poco más convencional (algunos pocos diálogos, voz en off). El resultado es interesante, pero quizás no del todo logrado.
La película es bellísima -mérito compartido con sus técnicos (ese mago de la luz que es Diego Poleri, el editor Marcos Pastor y el sonidista Javier Farina)- y el placer reside aquí en ver cómo cae la lluvia, el primer plano de un insecto o de una hoja en el agua, pero no levanta de un vuelo bajo cuando describe una relación madre e hijo muy en la línea de... Madre e hijo, la gema de Alexander Sokurov.
No es que los tres actores del film (la madre border que interpreta Gloria Stingo, el muchacho que encarna Federico Fontán, hijo del director en la vida real, y la novia de éste, que hace Marisol Martínez) estén mal, simplemente que la articulación entre silencios, vacíos emocionales y miradas perdidas no termina de coajar como para lograr que el espectador se sumerja en ese universo de angustia y degradación (de la madre) observada con tristeza y resignación por su hijo adolescente que vive, en cambio, su despertar sexual.
De todas maneras, queda ratificada aquí la sensibilidad de Fontán, su enorme capacidad para el encuadre (planos fijos) y su sofisticada composición de cada imagen con sus múltiples capas de sonido. No estamos ante un film que alcance la categoría de El árbol y La orilla que se abisma, pero no deja de ser otro interesante aporte de este singular y talentoso director que busca su camino con una coherencia y una independencia envidiables y admirables.