Un mundo de sensaciones....pero diferentes
El cine de Gustavo Fontán yace en la radicalidad de las imágenes. Un cine despojado de diálogos en el que cada plano, cada encuadre, secuencia se nos presenta como al azar dentro de un conjunto de imágenes que no necesitarán de palabras para narrar una historia.
Una madre sumergida en un intenso dolor y un hijo que quiere huir de ese mundo claustrofóbico conforman este universo cargado de tiempos muertos y de una estética tan particular como personal.
Fontán ya había mostrado en sus trabajos anteriores (El árbol, 2006; La orilla que se abisma, 2009) subjetividad y experimentación a la hora de encarar un trabajo cinematográfico. Historias despojadas de diálogos en las que las imágenes se suceden de manera azarosa para construir una historia tan simple como banal. Un minucioso cuidado estético convierte cada escena en una cadena de fotografías impresionistas. Cabe mencionar el excelente trabajo fotográfico, en el que predomina una coloración saturada, de Diego Poleri como el minucioso y artesanal trabajo de edición de Marcos Pastor (Rastrojero,2006).
El film se centra en los vínculos y en la dependencia que tienen entre sí madre-hijo. Si bien La madre (2009) tiene una estrecha relación con Madre e hijo (Mat'' i syn, 1996) de Aleksandr Sokurov, logra desprenderse de la obvia comparación ante las diferencias del relato que en este caso deriva en las responsabilidades de los padres hacia los hijos y viceversa, como así también de la construcción estética, mientras el film de Sokurov tiene claras referencias pictóricas, el de Fontán recurre al impresionismo. ¿Quién debe hacerse cargo de quién? Es la gran pregunta que nos genera el autor a través de su film. Vínculos imposibles de romper a pesar del deseo contrario encadenados a una relación filial que el destino o la casualidad nos impuso.
Si bien es cierto que películas como La madre no responden a la masividad del público y que muchas veces son cuestionadas sin una fundamentación teórica, es interesante que exista un cine heterogéneo y experimental, cuya idea se base en lo tajante de una propuesta transformadora, cuidada desde lo estético y con una narrativa tan poética como desconcertante. Un cine para aquellos que quieran alejarse de lo convencional y husmear en lo diferente.
Nota: Dado que la cualidad estética en las películas de Gustavo Fontán son su rasgo distintivo y que trabaja con un cine ligado a la percepción la película se ha ampliado y se estrena en 35 mm. Asimismo junto con el estreno de La Madre se realizará un ciclo en el Espacio INCAA KM2 - La Mascara (Piedras 736) donde se proyectará la trilogía del autor compuesta por El Árbol, La orilla que se abisma y La Madre.