Una maestra va entrando en una espiral de alienación, al descubrir que un niño escribe espontáneamente poesías con la sensibilidad de un adulto. Si bien recurre por momentos a inquietos movimientos o ángulos de cámara, el film del israelí Lapid adopta un estilo tan lacónico y exento de adornos como su actriz protagónica, una Sarit Larry enjuta, de sonrisa ambigua, que hace de esa mujer alguien más impredecible que enigmático. El hecho de desestimar un tono menos realista lleva a un terreno algo híbrido a este film ligeramente provocador (el final sugiere la oposición vulgaridad vs. poesía), curioso y discutible.