Somnolencia poética
Hay ciertas películas que denotan un aura de cierta profundidad, como si el arte cobrara vida entera en el metraje, como si de una poesía se tratase.
Cierto es que La maestra de jardín surge con la intención de tomar la poesía como bastión y nexo de unión entre la imagen y el espectador, pero cierto es también que en la búsqueda por este cometido culmina pecando de cierto absurdo que la deja peor parada de lo que la misma parece creer.
Es que la nueva película del director israelí Nadav Lapid no termina resultando en esa expresiva representación poética de la que parece hacer mella al comienzo, pero va cayendo en un espiral de falta de ritmo e inconsciencia argumental que la daña de muerte sobre el final del film.
Claro que no todo es penurias para la nueva película del director de Ha-shoter (2011), ya que por lo menos mantiene cierta cohesión a lo largo de su historia para desembocar en un clímax más que interesante que de haberse resuelto de otra manera no hubiera resultado en el absurdo que significa su escena final.
Para resaltar quedan las actuaciones de Sarit Larry, quien se desempeña como la maestra de jardín, y el niño poeta interpretado por el pequeño Yoav Pollak, quien debuta en la pantalla grande con un papel muy bien desempeñado.
Ciertamente La maestra de jardín no es una película para cualquier público, y de alguna manera seria difícil encasillarla como atractivo para un sector específico de la audiencia, pero claro está que mínimamente resultara interesante para los que se sientan atraídos por el mundo de la poesía y tengan ciertos conocimientos sobre ella.