Estar cerca del poder siempre es ventajoso. No hace falta ir al cine para saberlo. “La maestra”, nuevo aporte de los checos Jan Hrebejk y Petr Jarchovský, cuenta con aire liviano un suceso terrible y escandaloso: una maestra temible y corrupta cambiaba favores de los padres a cambio de buenas notas en el boletín de los hijos. La seño en cuestión –con cargo importante en el partido comunista del lugar y viuda de militar- jugaba con el miedo imperante para sacar tajadas. Se hacía pintar la casa o tenía a los chicos haciendo la limpieza. Pero cada día pedía más, como hacen los corruptos. Y si un padre se negaba, la ligaban los chicos. En el aula su aberrante conducta dejaba víctimas. Al final los padres se reunirán. ¿Qué hacer? Los directivos de la escuela saben que es una maestra con poder y la cosa no está para andar desafiando al régimen. Algunos padres hacen como que no ven, otros temen, la mayoría prefiere bajar la cabeza. Y entra en escena el verdadero protagonista: el miedo, que condiciona y define posturas. Deben resolver si se la sanciona o no. Hasta los neutrales temen enfrentar un sistema que castiga duramente a quienes lo desafían. Unos la atacan, algunos las defienden y otros no se atreven a tomar posición, aunque esa actitud sea una forma de asumirla.
La historia, inspirada en un hecho real, recuerda cómo se vivía allí en plena Guerra Fría. Era un riesgo desafiar, aunque sea en una escuelita, un modelo que se sentía dueño absoluto de la verdad. Estamos a mediados de los 80 antes del muro y la cosa no estaba para andar discutiendo orden o autoridad. La obediencia y el temor también se expresaban en la intimidad de esos hogares que no se ponían de acuerdo a la hora de pararse frente a un régimen que seguía de cerca, muy de cerca, todo.
La denuncia importa, pero el film apela tanto al trazo grueso y a la moraleja, que a ratos suena candoroso y rutinario. No hay matices. Un exceso de énfasis le quita fuerza al retrato de una mujer con poder que sabía usar el chantaje para obtener ventajas materiales. Nada nuevo. El miedo aniquila la solidaridad y la justicia. Y el poder los necesita obedientes y asustados.