Si la educación está vinculada al poder, acaso lo que queda es el humor para desestabilizar las posibilidades hegemónicas en cada proceso educativo. O esto parece plantear La Maestra (Ucitelka, 2016).
El filme retrata el conflicto en una escuela en Checoslovaquia, durante 1983, donde María Drazdechova (Zuzana Mauréry), una nueva maestra, supedita la educación a favores que le hacen los padres de los alumnos. Poco a poco, esta actitud de imponer colaboraciones a costas de educar genera desgaste en los padres y humillaciones directas por parte de la maestra a sus alumnos.
Lo curioso de la película es que, a través de la música compuesta por Michal Novinski y de algunas actuaciones, caricaturiza con ciertos matices la situación manipuladora para generar risas detrás de la grave actitud de la maestra. Así, se genera cierto suspenso tras la decisión de cada personaje y seguimos con atención la trama narrada en saltos temporales entre una reunión de la directora del colegio con los padres para hablar sobre el asunto, las clases con la maestra y la dinámica familiar de tres alumnos.
La gravedad de una de las acciones de María ponen a prueba la complicidad entre estos tres alumnos. Sabemos, o creemos saber, que la educación no se trata nada más de una lección bien aprendida. Ni siquiera depende nada más de la relación entre la maestra con el alumno. También tiene su efecto la relación de los alumnos como conjunto. Y es aquí donde la complicidad, no precisamente entre el Partido Comunista y la maestra, sino entre los tres alumnos, mueve la película al terreno del drama.
Si el peinado encopetado y el vestuario de María Drazdechova remarcan sus costumbres anticuadas, la actuación de Zuzana Mauréry enriquece el personaje a ratos cuando no lo envilece con su gestualidad exagerada. Hay momentos donde ella hace creer a los padres de su soledad indefensa, en vez de burlarse con su actuación de una maestra así de abusiva.
Al final, cabe la pregunta de si la formación de una persona depende de los favores de quienes la rodean, de la constancia con la que responde a su motivación, o de una conjugación de ambas. La película opta por matizar la posible respuesta con humor negro que, si bien aligera la seriedad, aplanan las decisiones en las que se ven (so)metidos los personajes.