El miedo atraviesa a los personajes de "La maestra", película basada en una historia real que el director checo Jan Hrebejk usó para hablar de su país durante la ocupación soviética. La historia transcurre en 1983, en una escuela primaria de Bratislava, seis años antes de la Revolución de Terciopelo que acabaría con el comunismo. La protagonista asume todo el poder que le da estar al frente de un aula con adolescentes. Y lo hace como un dictador: "Nosotros gobernamos", dice ella para justificar su impunidad, porque además de autoritaria es corrupta. Usa su parte de poder para extorsionar a los alumnos y a sus padres: si los hijos quieren conservar o mejorar sus notas todos tienen que trabajar para ella limpiándole la casa o haciéndole los mandados.
El conflicto aparece en las primeras escenas, pero gracias a la estructura del relato, un montaje ágil y muy buenos actores, se tarda en descubrir qué pasó con uno de los chicos. El episodio llevó a que su padre pida una reunión con la directora y los otros padres para hablar sobre el comportamiento de la maestra. Hrebejk y su guionista trataron la trama sin subrayar una situación que claramente fue dramática. Al contrario, le aportaron la acidez que mostró su compatriota Milan Kundera en sus primeros trabajos como "La broma" o "El libro de los amores ridículos", en los que hizo universales situaciones personales.