Atreverse...
En principio, mis respetos hacia los realizadores de este film por abordar un tema tabú (al menos, en el cine argentino) como el del abuso infantil y la hipocresía de buena parte de la sociedad que se hace la distraída ante un tema bastante más extendido de lo que se está dispuesto a reconocer. Mis respetos, también, ante los muy buenos intérpretes del film, que han sabido aportar su profesionalismo y su integridad para que los conflictos que aquí se abordan no los superaran.
Dicho esto, tengo que indicar que -para mi gusto- el film peca en varios pasajes de obvio, ampuloso y subrayado (y con ciertos maniqueismos a la hora de dividir entre "buenos" y "malos" a los abuelos de la pequeña protagonista o a los integrantes de la comunidad escolar que deben lidiar con el caso que aquí se cuenta). Tampoco me convenció una estética (con ciertos "vicios publicitarios") o una musicalización que me remitieron a un cine ochentista, ese que surgió en la primavera democrática del alfonsinismo. De todas maneras, más allá de los reparos que tengo frente a ciertas ideas del guión o de la puesta en escena, vuelvo a reivindicar que el cine nacional se atreva con valentía a exponer situaciones duras y que actores como el mítico Alberto de Mendoza o Analía Couceyro se arriesguen con personajes que hacen carne algunas de las peores miserias humanas (uno por acción y la otra por defecto). Allí reside el principal valor de una película que, en términos estrictamente cinematográficos, tiene menos hallazgos que en su poder de denuncia.