Con producción de James Wan y dirección de Michael Chaves llega esta película que retoma la vieja leyenda mexicana de la mujer que se aparece lamentándose por sus hijos, a quienes asesinó ahogándolos en un río, después de un desengaño amoroso. Esta historia fue contada de generación en generación desde la época colonial.
Respetando la fórmula que tan buenos resultados dio con el universo de El Conjuro y los "spin off" de Annabelle y la más endeble, La monja, esta entrega está ambientada en Los Angeles en los años setenta y presenta una amenaza paranormal que altera la vida de una familia.
La Llorona acecha a los niños por la noche y una madre -Patricia Velázquez- protege a sus hijos encerrándolos ante esta amenaza sobrenatural, un espíritu errante y vengativo. A pesar de advertir sobre el peligro que se avecina sobre los suyos, no es escuchada y es tratada como una loca. Anna -Linda Cardelini- es una asistente social, viuda de un policía, que visita la casa de la anterior pero las cosas se complican cuando los niños son asesinados. La función de Anna es controlar el hogar de los demás pero ahora ella misma será controlada y sus dos pequeños niños corren peligro ante la presencia de La Llorona.
El relato juega con los climas y los sobresaltos -la escena del auto y del baño son efectivas- de manera adecuada y con elementos de relatos clásicos del género -la criatura no puede hechizo mediante entrar a la casa como si se tratara de un vampiro- en esta historia que también incluye a un sacerdote desilusionado, a un detective que sigue los pasos de Anna y a un curandero -Raymond Cruz- que cobra un rol preponderante en el segundo tramo y libra la batalla contra el Mal para ayudar a la familia.
Aunque el film no presenta nada nuevo, se las ingenia como para mantener la tensión entre el horror cotidiano y el folklore que evoca, y hasta se permite linkear con Annabelle. Hay un altillo estremecedor, dos niños indefensos y una figura fantasmal que sobrevuela el vecindario con sus lágrimas de sangre.