La maldición de la llorona es una propuesta ideal para los espectadores de once años
que recién empiezan a adentrarse en el género y pueden ver este film desde una
perspectiva más fresca.
De hecho, el tono de las situaciones de horror que presenta esta producción parece haber
sido desarrollado para ese target de público específico.
Por ese motivo, para quienes suelen consumir a menudo cine de horror puede resultar
un bodrio que no merece mayor atención.
Queda claro que los productores del forzado universo de El conjuro ya no saben que
inventar para estirar la franquicia y terminaron por presentar estas películas
desapasionadas que son aburridas de ver.
La ópera prima de Michael Chaves tiene un comienzo decente donde amaga a jugar con
la mitología de la llorona desde una impronta policial.
Sin embargo, tras la presentación de los protagonistas al cineasta se le agotan
rápidamente las ideas y no ofrece otra cosa que un collage visual de escenas trilladas
que vimos centenares de veces en otras películas similares.
La llorona es un clásico del folclore latino que encuentra su origen en las culturas
aborígenes precolombinas, con diferentes interpretaciones según la región que se
estudie.
Es decir que el personaje daba para hacer algo más original y elaborado pero los
productores optaron por la vía más fácil de clonar la fórmula de misterios sobrenaturales
que vimos hasta el hartazgo en los últimos años.
El director demuestra una incompetencia absoluta para construir situaciones de terror
intensas y todo lo que ofrece son los típicos momentos de susto de manual que a esta
altura se volvieron predecibles.
Por otra parte, Chaves comete el error de exponer tanto a la Llorona en la narración que
tras su tercera aparición el personaje se convierte en un típico fantasma de la serie
animada de Scooby Doo.
En la película de La monja, con la que fui extremadamente generoso en su reseña, al
menos tenía una puesta en escena interesante con las ambientaciones góticas y los
detalles que presentaba el diseño de producción.
Esta nueva película ni siquiera es atractiva desde los aspectos visuales y falla por
completo en hacer algo interesante con la iconografía latina asociada a esta leyenda.
El único aspecto positivo que se puede rescatar es el desempeño del reparto que al
menos es decente.
Linda Cardellini, quien casualmente interpretó a Velma Dinkley en los filmes live
action de Scooby Doo, del 2002 y 2004 (hay un guiño a eso en una escena), resulta muy
convincente en su rol y los chicos que interpretan a sus hijos también presentan una
labor digna.
El problema es que faltó un realizador más creativo que pudiera aprovecharlos y hacer
algo más interesante con esta historia.
En ese sentido resulta un poco preocupante que este mismo sujeto sea el encargado de
realizar la próxima entrega de El conjuro.
Una franquicia que hace rato perdió su encanto.