Los viejos nuevos trucos de siempre
Cuando en 2013 James Wan estrenaba El Conjuro, le aportaba un aire fresco al género basado en creencias y leyendas populares. Seis años después este universo cinematográfico (término que le encanta a Hollywood) estrena un nuevo spin-off, esta vez basado en la leyenda latinoamericana de La Llorona; el cual está muy lejos de la originalidad de aquella primera entrega y parece más preocupada en la sucesión de sustos por minuto que en la concepción de una buena historia.
Anna (Linda Cardellini haciendo lo que puede con un papel endeble) es una trabajadora social, recientemente viuda, que vive junto a sus dos pequeños hijos. Una noche, ella se involucra con uno de sus casos descubriendo a una madre que mantiene encerrados a sus pequeños. Lo que parece un grave caso de maltrato infantil, pronto desvela una faceta sobrenatural. Esos niños eran acechados por La Llorona, un espíritu que según la leyenda vaga por el mundo en un llanto eterno tras haber asesinado a sus propios hijos en un ataque de locura, y ahora busca hacer lo mismo con niños ajenos. Cuando la familia de Anna se vea marcada por la maldición, ella se verá obligada a buscar la ayuda mística de un sacerdote devenido en chamán, para hacerle frente al espectro.
Si alguno de los elementos de la trama suenan conocidos, es porque lo son. De hecho, aunque la leyenda sea de origen latino, esa representación es apenas un contexto y la mitología del espectro es casi nula. Bien podría ser la Llorona o el Hombre de la bolsa, y no habría gran diferencia. Incluso aunque la película se sitúe en los años 70, la época apenas repercute en la estética, en lo que parece más bien ser una excusa para que los personajes no tengan celulares. Además, la conexión con la serie de El Conjuro consta básicamente de un personaje de Anabelle que aparece en un par de escenas y un breve cameo de esa diabólica muñeca, quizá escenas que se agregaron a algún viejo guion sólo para sumar esta historia a la maquinaria.
Pero bien, hablemos de uno de los aspectos fundamentales de la película: ¿En verdad asusta? Se podría decir que sí, pero al utilizar el mismo mecanismo de jump scare y repetirlo constantemente va perdiendo fuerza y efectividad, en especial en su tramo final. El mismo se podría resumir en; Personaje está en calma, siente algo extraño, observa en silencio sin que pase nada, aparece La Llorona de sorpresa y con música estridente. Podría decirse que la puesta de Michael Chaves es correcta en estos pasajes, incluso con alguna linda referencia visual a otras películas.
La maldición de la Llorona, si bien es moderadamente entretenida y deja algún buen susto, es otro paso en falso de una serie cada vez más acostumbrada a los viejos trucos de siempre.
*Review de Javier Puma