La maldición del guapo

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

UN MODERNO BURLADOR-BURLADO

A veces resulta difícil no comenzar una crítica de una película de habla hispana sin citar el acervo de películas norteamericanas de las cuales, a veces, es quedarse corto decir que bebe. La pregunta a la que vuelvo una y otra vez es ¿qué puede hacer el cine en castellano para apropiarse de ese lenguaje en gran medida fundado por el cine de género de Hollywood? O más aún, ¿cómo fundar un lenguaje propio?

Pero, al mismo tiempo, es equivocado partir siempre del preconcepto de que la tradición narrativa cinematográfica es una propiedad exclusivamente norteamericana. En este sentido adhiero a la idea de que hay objetos y estructuras narrativas que atraviesan las fronteras de un país en particular y funcionan más bien como mitos universales y de los que el cine se nutre hasta tal vez más que otros medios artísticos. Estos mitos son, en todo caso, más propios de una época en particular que de otras y mutan según el territorio que habitan, pero no por ello dejan de ser universales.

Las figuras del seductor que burla y el burlador-burlado, así como los tipos de relatos que se desprenden de, o estructuran este concepto, encuentran su representante más importante en el personaje de la literatura española Don Juan Tenorio. Pero, y entonces, ¿a qué viene todo esto? La maldición del guapo es una historia de seductores estafadores, pero más que a Don Juan recuerda a las grandes películas de estafa estadounidenses. La película de Beda Docampo Feijóo parece un ejercicio de apropiación de un género eminentemente norteamericano, pero con un giro estético para darle cierta españolidad que se sostiene sobre todo en la buena actuación de Gonzalo de Castro, él sí, más Don Juan que Brad Pitt. Aunque sin lograr establecer un idioma casi totalmente diferente, como lo hizo por ejemplo Fabián Bielinsky con Nueve reinas (película de un lenguaje indudablemente argentino), La maldición del guapo sí posee un encanto diferente que le da personalidad y la lleva más allá de la mera repetición.