El cuentito de papá
Las comedias sobre estafas muchas veces naufragan en el intento de seducir al público, básicamente porque manipulan la trama a niveles mayores. Digamos que “estafan” a quienes las consumen. Por eso este nuevo opus de Beda Docampo Feijoo por fortuna abre un paréntesis a este cruel axioma.
¿Y por qué? La respuesta es sencilla: La maldición del guapo funciona tanto como historia de estafas, así como comedia que se ufana de sí misma. Y el primer elemento se encuentra amalgamado con el segundo, nada más y nada menos que por haberse logrado la mezcla del cóctel infalible que debe contar con buenos personajes, una historia no pretenciosa y lo que es más difícil que cada uno de los que interactúan justifiquen su lugar como vector de acción y emoción.
En ese sentido, el reencuentro de un padre y un hijo no tiene precio. O es que lo tiene, de acuerdo a una subtrama que atraviesa toda la peripecia que incluye urdir un plan de una simple estafa como desafío generacional, donde se enfrentan un padre ausente pero en pleno retiro y un hijo que lejos de seguir sus pasos le reprocha abandonos con retroactividad. Algo así como la venganza de un hijo estafado en lo afectivo emocional por un padre mentiroso y materialista.
El director de Camila cuenta con un buen elenco y herramientas narrativas que se adaptan a estos nuevos tiempos de las plataformas streaming. Apunta con este producto a los dos mercados, y seguramente una vez que la ola del cine vuelva a salpicar las butacas y luego se retrotraiga, quedarán entonces las estelas de la pantalla chica hogareña para seguir cosechando dividendos, pero eso sí sin estafas.