La maldición renace difícilmente marque el comienzo de una nueva etapa de películas inspiradas en el terror japonés, como sucedió a principios de la década de 2000. El film escrito y dirigido por Nicolas Pesce es un intento fallido de darles nuevos aires a las historias de espíritus que acechan a quien se atreva a entrar en la casa que habitan.
La espina dorsal del relato es la historia de una policía que luego de enviudar se muda con su hijito a un pueblo en el que hubo una serie de muertes ligadas a una casa. A medida que va descubriendo datos de los distintos hechos, se muestra lo sucedido a través de flashbacks. Esta estructura que busca la originalidad tiene un efecto anticlimático, por la forma en la que cada una de las historias está cortada y retomada varias veces. Además, el rompecabezas no encierra un misterio atrapante para resolver.
Tampoco se construye en la película un verdadero clima de terror y tampoco se profundiza en el origen de la maldición. Depende completamente de los sobresaltos (sonidos, apariciones repentinas) y de las imágenes repulsivas para asustar. El espíritu de pelo oscuro y largo que sale de una bañadera, típico de estas historias, no es suficiente para causar miedo.
Lo más decepcionante de La maldición renace es que desperdicia a un elenco muy talentoso, encabezado por Andrea Riseborough, cuya presencia enigmática no logra salvar el film.