La maldición renace es una secuela de la franquicia de películas de El grito, que tanto su versión original japonesa como en su remake estadounidense fueron dirigidas por Takashi Shimizu. Y en esta ocasión está dirigida por Nicolas Pesce y protagonizada por Andrea Riseborough, Demian Bichir, John Cho, Betty Gilpin, Lin Shaye, Frankie Faison y la actriz nominada dos veces al premio Oscar Jacki Weaver, entre otros.
La historia, a cargo también de Nicolas Pesce, cuenta la historia de un fantasma que habita en una casa y les causa una muerte violenta a todos aquellos que ingresan en ella. Por eso la detective Muldoon (Andrea Riseborough) decide investigar las muertes mientras por medio de flashbacks vamos reconstruyendo la historia de lo ocurrido con los dueños anteriores y el agente inmobiliario que les vendió la casa. Y esta estructura no lineal utilizada también en la franquicia de “El juego del miedo” hace que resulte interesante la historia, porque generan suspenso al conocer en muchos casos las consecuencias antes que las causas.
Lo más importante que vale la pena destacar de La maldición renace es el buen uso del fuera de campo, lo que con un montaje eficaz logra que funcionen los jump scares mostrando lo justo y necesario. Es por eso que vemos a este fantasma únicamente en momentos clave y por un breve lapso de tiempo, continuando la tradición del cine clásico en la que el espectador reconstruye los hechos en su cabeza, lo que los vuelve aterradores.
Pero lo que le juega en contra a esta película es la falta de desarrollo de sus personajes, que utilizan todos los clichés del género y no generan la empatía necesaria con el espectador para que se preocupe por si se van a convertir en víctimas o sobrevivientes. Y la única excepción se encuentra en Faith Matheson, la anciana interpretada por Lin Saye, cuya demencia la convierte en el vínculo entre este fantasma maldito y el resto de los personajes.
En conclusión, La maldición renace es una película que funciona por utilizar con eficacia los mecanismos del cine de terror, tanto desde su estructura narrativa como desde el montaje. Pero se ve perjudicada por la falta de desarrollo de sus personajes, que los convierte en excusas para que funcionen los jump scares.