La Maldición Renace: La pesadilla continúa.
¿Recuerdan esa película japonesa sobre una casa maldita en la que habían asesinado a una mujer y a su hijo con profunda ira? De esa leyenda y de esa película hubo varias versiones. La que llega hoy a los cines haciéndole homenaje dista mucho de aquella.
Para hablar sobre La maldición renace (2020), primero es necesario hacer una distinción fundamental. No es una remake y definitivamente no es una reboot. Para quienes no estén en tema, esta película de Nicolas Pesce (director de «Los ojos de mi madre» – 2016, una fábula de terror rural filmada en blanco y negro) no hace más que incorporar una nueva entrega al universo Ju-On que empezó construyendo Takashi Shimizu en 1998 con dos supuestas precuelas, para seguir en 2002 con dos películas estrenadas comercialmente, que se convirtieron en clásicos del género.
Una remake hubiera supuesto una película idéntica a la original. Una reboot implicaría una versión totalmente diferente de la misma historia. Por lo tanto, La maldición renace no es ni una cosa ni la otra.
Partiendo de los hechos, lo concreto es que esta nueva entrega comienza en el 2004 en la emblemática e inolvidable casa «embrujada» de Tokio, cuando una enfermera sale espantada alegando que algo raro ocurre dentro del lugar. Luego la vemos volviendo a su casa, con su familia, pero el momento en que realmente empieza esta nueva película es cuando una serie de extrañas muertes se conectan cada vez más con el paso de los minutos. Pero esta conexión ni siquiera será con la casa de Tokio, sino con la de la enfermera, en Pensilvania. Lo que La maldición renace nos muestra es que la mujer «arrastró» consigo toda esa oscuridad y maldad hacia su propio hogar, condenándose a ella misma y a toda su familia.
Aquí es donde entran en juego dos detectives que investigan el caso que lleva años – el film va y viene en el tiempo, digamos, no es lineal, justamente para adentrarse en cada uno – hasta las muertes actuales. Los detectives son Maldoon (Andrea Riseborough, ni más ni menos que la protagonista femenina de «Mandy» – 2018) y Goodman (Demián Bichir, visto recientemente en «La Monja» – 2018, como el Padre Burke).
Como dijimos, la trama se va tejiendo con flashbacks para reconstruir cada subtrama: la de un matrimonio de agentes inmobiliarios que espera su primer hijo, la de una pareja de ancianos que tiene a Lin Shaye, cuyo rostro ya es familiar en los films de terror; y la de la propia familia Landers, epicentro del horror y anfitriona de la «nueva» maldición.
Una gran variedad de personajes desfilan y se conectan entre sí en un relato un tanto forzado, que deja de lado lo terrorífico de la primera Ju-On para dar lugar a lo detectivesco y darle preponderancia a la historia de Andrea Riseborough, que interpreta a una mujer viuda y sola con su hijo pequeño, que acaba de atravesar un hecho traumático: la reciente muerte de su marido debido a un cáncer fulminante.
Aunque producida por Sam Raimi – también productor estrella de No Respires (2016) y Posesión Infernal (2013), entre otras del género – cuesta catalogar a La maldición renace como una película de terror. Sí tiene pequeños momentos de sobresaltos pero no deja de parecerse a las demás producciones que desembarcan en nuestro país. Lo único que provoca este factor es que extrañemos aún más a la original y que, incluso, pensemos que ningún intento por seguir contando la misma historia podrá ser igual a la primera jamás.