Con un presupuesto mucho menor pero apelando a técnicas expresivas y de animación digital en 3D de films de Pixar o Dreamworks, La máquina que hace estrellas se propone resultados artísticos similares, sin lograr su ambicioso cometido. Si bien puede alcanzar a conformar a niños que se sientan atraídos por el afán de su personaje principal, Pilo, y su trama, que aúna la ciencia-ficción a simbologías y leyendas ancestrales, combinando diseños
mecánicos retro con una aventura espacial, estos aciertos en principio atrayentes no se ven sustentados por un guión bien trabajado. Los personajes, por ejemplo, como el Robot 19 y esa suerte de fantasmita llamado Pandabás, pese a intentarlo, no logran divertir; y ese es un problema esencial del film, su escaso aporte humorístico. Por otra parte, el malvado Asura, con su cara de niño y esas antenas y cables que parten de su cerebro se asemeja más a
un personaje de cine de terror para adultos que otra cosa.
Promediando la narración, la trama se estanca un poco y deja de interesar, pese a la escasa duración del film. El historietista e ilustrador Esteban Echeverría, de todos modos, logra un buen empleo de la tecnología 3D, dentro de los parámetros de esta tecnología en nuestro medio. Aún con reparos, La máquina que hace estrellas logra empatía con el público infantil, lo cual es su punto más destacable.