2012 quedara marcado como el año en que la Argentina, en su historia fílmica, estreno su primera película animada en 3D.
A juzgar por lo que vemos en la pantalla este primer paso es bastante auspicioso porque el realizador, además de contar con un muy buen equipo de animadores, sabe perfectamente qué quiere contar y cómo hacerlo.
Pilo habita en un asteroide, al igual que toda su comunidad. Vive con una natural admiración por las estrellas, y de hecho hay algo generacional a este respecto. Pronto descubriremos que hay una suerte de mandato legendario que lega el cuidado de la maquina del título hasta que sea necesario accionar para que siga produciendo estrellas. Hay varios aspectos que funcionan bien en el relato. En los primeros diez minutos queda bien claro el planteo como para que nadie se quede afuera. También el subtexto se percibe fácil: las diferencias generacionales, la confianza en uno mismo y el cuestionamiento a los mandatos.
El tipo de animación es “amigable” con la época y estética de nuestros tiempos, pero además “La máquina que hace estrellas” tiene una dirección de arte con identidad propia, y con momentos de hermosa composición de cuadro.
El factor del tiempo también es importante. Esteban Echeverria no abusa de sus recursos y hace durar su obra lo que ella necesita, algo que a veces no sucede con producciones grandes. Bien justificado el uso del 3D porque ayuda a construir la profundidad de campo dimensionando la enormidad del espacio.
Resulta extraño que no se haya aprovechado la época de vacaciones invernales para su estreno, pero esto es harina de otro costal, en todo caso habría que preguntar a los exhibidores si no les despertaba confianza, aunque más no fuera en una sala frente a las únicas tres opciones que había. Como sea, la película tiene méritos como para considerarla una buena opción para llevar a los chicos al cine.