Ni siquiera la presencia de dos buenos actores como Stephen Dorff y Lily Taylor consigue sacar a flote el espectáculo soporífero que presenta este nuevo relanzamiento del loco de la motosierra.
La franquicia de La masacre de Texas no tuvo suerte en Hollywood y la gran mayoría de las películas que se hicieron con estos personajes hasta la fecha fueron decepcionantes.
En el 2006 la productora de Michael Bay había realizado una historia de origen sobre Leatherface que funcionaba como una precuela de la remake del 2003.
Los derechos de la franquicia luego quedaron en manos de la compañía Millennium Films, la gran heredera del viejo sello Cannon, que intentó revitalizar sin éxito esta saga.
Primero con La masacre de Texas 3D (2013) y ahora con esta nueva producción que propone explorar otra vez los orígenes del famoso asesino serial.
La dirección corrió por cuenta de los realizadores Alexandre Bustillo y Julien Maury, quienes se destacaron hace una década en la corriente del nuevo cine de terror francés, con esa escalofriante obra que fue Al interior.
Otro motivo por el que esta película resulta una decepción, ya que pese a contar con buenos directores que conocen el género, la propuesta de todos modos resultó aburrida.
El problema con Leatherface es el propio concepto del film.
Al crear un origen para el asesino se pierde todo el misterio que le había dado Tobe Hooper en la película original de 1974. Uno de los motivos por lo que lograba ser aterrador.
En este caso tampoco ayudó el hecho que el guionista de esta producción se limitó a copiar el origen de Jason Voorhees y su enfermiza relación con su madre para adaptarlo al mundo de La masacre de Texas.
Todo el argumento se desarrolla dentro de un terreno predecible y la película no le aporta ningún elemento interesante a esta interpretación del personaje.
Tiene un buen elenco y para tratarse de una producción de bajo presupuesto los directores hicieron un trabajo correcto en los aspectos técnicos.
Sin embargo, la trama es aburrida porque resulta demasiado familiar y falla a la hora de relanzar el personaje con un enfoque atractivo.
Cabe destacar que este relanzamiento que se había previsto con Leatherface encima quedó en la nada, ya que la productora Millennium perdió los derechos de la franquicia el año pasado y ya no podrán hacer más filmes relacionados con la saga.
Tal vez sea lo mejor.
La reputación de Leatherface como ícono del terror debería quedar asociada con los dos filmes de Tobe Hooper de 1974 y 1986 que siguen siendo las mejores producciones de esta franquicia.