De remate
Favorito de los coleccionistas de arte, el rematador Virgil Oldman vive solitario en una mansión de las afueras de Londres. Está solo, pero no tan solo. Cuando necesita compañía se refugia en la Sala Magna, donde una abrumadora cantidad de retratos femeninos lo consuela con la mirada. Virgil (Geoffrey Rush) consiguió esos cuadros ofertando la mejor cifra, por intermedio de su compinche Billy (Donald Sutherland). Ah, la soledad. Y el leitmotiv se repite. “¿Cómo es estar casado?”, pregunta Virgil a un colega, que responde: “Es vivir preguntándote si compraste con la mejor oferta”. Imprevistamente, aparece una oferta insoslayable: una rubia veinteañera, bella, acaudalada y acomplejada. Claire (Sylvia Hoeks) elige a Virgil para inventariar y subastar la colección de arte que hereda. El corazón de piedra de Virgil tiene un tembleque; el vínculo se vuelve personal y entonces interviene el amigo Billy. “Como las grandes obras –dice–, incluso las emociones pueden falsificarse”. En un raro giro hitchcockiano, Giuseppe Tornatore elucubra un thriller de haute couture con autómatas renacentistas, un playboy nerd (Jim Sturgess) y un romance neurótico. Absolutamente todo (o casi) remite a los encumbrados momentos de Brian De Palma en films como Femme Fatale y Blow Out, y quizá por eso en varios aspectos La mejor oferta resulta previsible. Pero la actuación de Rush y el dominio estilístico de Tornatore, que embellece cada eslabón de la trama con un gran trabajo visual, sostienen a un film digno y atrapante.