Valioso documental sobre el tema de la memoria.
Quizás el nombre del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) resuene en aquellos que hayan leído la extraordinaria crónica El rastro en los huesos, en la que Leila Guerriero describe con minucioso detalle la historia y la forma de trabajo de este grupo que comenzó identificando cadáveres enterrados clandestinamente durante la última dictadura militar para después ampliar sus horizontes laborales a toda la región.
La memoria de los huesos repite objeto de estudio, con la diferencia de que campea menos en la faceta histórica que entre la dinámica laboral y la personal de los que recuperaron parte de su pasado gracias al EAAF.
El film de Facundo Beraudi remite al cine de Carmen Guarini, sobre todo al de la última década. Esto sucede cuando se pone al servicio de mostrar la construcción de la memoria no como un proceso estanco, sino como uno voluble y resultante de la interacción humana. No es casual que los mejores momentos sean aquellos en los que la cámara se inmiscuye en la cotidianeidad del trabajo de campo o aquel en el que dos hijos de desaparecidos identificados como tales gracias a la EAAF comparten sus historias mientras pintan un mural.
El problema es que La memoria de los huesos parece no confiar demasiado en su aproximación antropológica y apela a testimonios -algunos en off, otros a cámara- de familiares de desaparecidos. La decisión no es errada, pero sí trillada, similar a la que toman nueve de cada diez documentales nacionales sobre la dictadura y los derechos humanos.