La memoria de los huesos

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Los aparecidos.

De los hechos y las consecuencias que dejó la última dictadura militar se ha hablado mucho en el cine argentino; tanto en materia de ficción como documental. Sin embargo, trabajos como el de La memoria de los huesos vuelve a dejar expuesto lo inagotable e inabarcable en su totalidad de aquel período.

El Equipo de Antropología Forense es una entidad no gubernamental, sin fines de lucro, creada en 1984, para la localización e identificación de los restos fósiles de las víctimas desaparecidas del nefasto período que nuestro país vivió entre 1976 y 1983. La actividad de esta entidad fue ampliamente reconocida a nivel mundial, y en los últimos años adquirió aún mayor relevancia.

La memoria de los huesos se mete de lleno en su actividad, trae a primer plano a sus trabajadores, los antropólogos; pero lo hace apartándose lo suficiente (no del todo), de las cuestiones técnicas; anteponiendo una mirada humanitaria, emocional, sobre la labor.

Hay otra parte en esta actividad además de quienes la realizan, los familiares de aquellas víctimas. Beraudi decide, inteligentemente, exponer a unos y otros, a quienes hacen el trabajo y a quienes aguardan una respuesta.

¿Es La memoria de los huesos un documental novedoso? Probablemente no. Las técnicas que utiliza son las clásicamente conocidas y el ritmo se lo otorgarán las propias historias en boca de sus entrevistados. Sí, ya se han visto documentales sobre los familiares de desaparecidos. Pero, aunque parezca mentira, es una herida en nuestra historia que no termina de sangrar, que cuando parecía estar cerrándose, se vuelve a abrir, los hechos recientes de público conocimiento lo demuestran. Es más que correcto decir que La memoria de los huesos es una película necesaria.

El Equipo de Antropología Forense extendió su labor a otras fronteras a pocos años de haber iniciado su actividad, y el documental muestra eso también, con una historia diferente entre las otras que se cuentan, y que no tiene que ver con la dictadura argentina. Quizás sea un modo de exponer cómo la historia latinoamericana se replica en sus distintos puntos, con diferencias, pero con el mismo doloroso resultado.

Beraudi apuesta también a un sensible lenguaje de la imagen, aquellos momentos en los que el tiempo se detiene en un instante, eso que sólo una mirada aguda y atenta detrás de cámara puede captar, en los que las palabras sobran y podemos (casi) sentir lo que vive el protagonista del momento. Esos cuadros, esos flashes cargados de dolor, pero también de extraña esperanza y satisfacción serán lo mejor de este trabajo que no apela a tensar traicionera las cuerdas emocionales, todo surge en el curso natural e ineludible.

Es la identidad lo que está en juego. Cerrar un hueco en las historias personales. Los desaparecidos, físicamente, vivamente, no aparecerán, pero dejarán de ser ese maldito ente del que habló un canalla, para pasar a ser una memoria viva, un lugar en donde ir a llorarlos, a sentirlos. De eso trata la actividad del Equipo de Antropología Forense, y de eso trata la narración de La memoria de los huesos.

Conclusión:
Facundo Beraudi demuestra en su ópera prima, La memoria de los huesos, ser un director con una mirada sensible, más interesado en captar historias profundas cargadas de realidad, que en innovar sobre técnicas que podrían haber desviado la atención sobre lo esencial. Poder equiparar la presentación de una noble actividad con las historias de aquellos que la necesitan resulta algo tan profundo como abarcador. Trabajos como este serán indispensables mientras se mantengan los debates que debían haberse zanjado hace tiempo, y aún después para mantener activa la poderosa memoria reflexiva.