Como en la mayoría de sus filmes, el director chileno de EN LA CAMA y LA VIDA DE LOS PECES tiende a centrarse en complicadas relaciones de pareja. En este caso, el dúo que atraviesa una situación conflictiva lo integran Benjamín Vicuña y la actriz española Elena Anaya (LA PIEL QUE HABITO) quienes interpretan a una pareja que se está separando un tiempo indeterminado después de la muerte de su pequeño hijo de cuatro años, ahogado en la pileta de su casa. El es un arquitecto y ella una traductora, y ambos sufren las consecuencias psicológicas de la pérdida, pero mientras él quiere sostener la pareja es ella la que desea alejarse de él y, de hecho, empieza a tener una relación con un ex.
La película seguirá el derrotero emocional de ambos. El, a quien ella acusa de ser incapaz de llorar la pérdida, ocupa su tiempo en construir una casa veraniega para una pareja amiga y en apariencia feliz. Ella, en tanto, debe enfrentar situaciones en su trabajo que le impiden despegarse de lo que le sucedió. En la mejor escena actoral del filme (aunque un tanto forzada desde el guión), Anaya se ve enfrentada a traducir a un médico que habla de lo que sucede en el cuerpo de una persona cuando se ahoga, mientras trata de contener las lágrimas y de que no se le quiebre la voz.
memoria_del_agua_stillTodo esto es preludio para un reencuentro en el que saldrán a la luz detalles de la relación y de lo que sucedió con el niño, al que jamás vemos. Pero lo que más le importa a Bize no es resolver ningún misterio ni echar culpas ni hacer juicios sino seguir de cerca la evolución emocional de los personajes, cómo elaboran su dolor (la contradicción entre intentar volver a tener una cierta normalidad en sus vidas mezclada con la culpa por lo que sucedió y por seguir vivos). Si bien, como en la escena de la traducción, hay algunos apuntes narrativos un tanto forzados y escenas supuestamente poéticas que bordean el realismo mágico, LA MEMORIA DEL AGUA se sostiene gracias a la complejidad de los personajes, que no son tan lineales y previsibles como suele suceder en este tipo de dramas, y a los dos extraordinarios actores que los interpretan.
Para los que están al tanto de ciertos hechos de la vida real (la hija de Vicuña y Carolina “Pampita” Ardohain murió, en 2012, a los seis años) la película probará ser un tanto más ardua de digerir desde lo emocional ya que resultará difícil separar al popular actor del personaje. Pero no se trata de una elección de casting, digamos, morbosa, ya que fue el propio actor quien quiso hacer la película, acaso por motivos personales que no corresponde analizar aquí. Lo cierto es que es inevitable pensar en eso al ver LA MEMORIA DEL AGUA, lo que vuelve a la película más verdadera, emocionalmente, y más incómoda a la vez.