Grotesco sangriento para fans del gore
Varios personajes encerrados en una casona durante una noche, en homenaje a un ser querido recién fallecido. se convierte en una pesadilla cuando queda claro que la reunión es, en realidad, para realizar un sangriento ritual con sacrificios humanos para revivirlo.
La premisa sería más adecuada para un relato en formato más corto, tipo "Historias de la cripta", sobre todo por su costado de comedia negra con diálogos irónicos y mucho humor negro. O más bien humor rojo, porque algo que no se le puede negar al director y coguionista Valentin Javier Diment es su extrema generosidad con la truculencia y el gore que abundan a lo largo del film ya desde el siniestro prólogo onírico.
Por eso, pese a que las alegrías hemoglobínicas ayudan a que la película nunca resulte aburrida, por supuesto si se es fan del genero fantástico, lo cierto es que el realizador tiene que estirar las situaciones a su máxima expresión para llegar de alguna manera razonable a la duración de un largometraje. Esto se nota en las distitnas apariciones de ultratumba que van experimentando los personajes, algunas casi teatrales en un intento de psicodrama terrorífico que, por fortuna (para los fans), siempre culminan con chorros de sangre y otras cosas aún más horripilantes como para olvidar que pase lo que pase, ésta es una de terror hecha y derecha.
El hecho de que toda la acción transcurra en el mismo lugar recuerda a muchos films clase B, y hay algunos homenajes a clásicos, por ejemplo "The Evil Dead" de Sam Raimi, que también aportan un poco de diversión (y algunas tomas técnicamente bien construidas).. Por otro lado hay efectos especiales sangrientos de todo tipo, algunos bien resueltos (por ejemplo la espantosa reconstrucción de la hermana muerta es una de las más eficaces escenas del film).
Igual que los efectos, hay algunas buenas actuaciones en medio de un tono grotesco que da el pie a la comedia negrísima. En este sentido, Gabriel Goity aparece poco, pero a veces logra una fuerza siniestra digna de un émulo criollo de Vincent Price, especialmente cuando se lo ve en un cuadro que provoca la sensación de que su personaje domina a los vivos desde ultratumba.